El presidente de los EEUU, Joe Biden, está llevando adelante una guerra contra la inflación. Y es que los aumentos de precios no dan tregua, como consecuencia de los efectos derivados de la invasión rusa a Ucrania, que está disparando los precios del combustible y de los commodities en general.
De acuerdo a la Oficina de Estadísticas Laborales de ese país, la inflación alcanzó en abril el 8,3% en relación al mismo mes de 2021, apenas dos décimas por debajo de lo anunciado en marzo, que había sido el registro más alto en los últimos 40 años.
El Índice de Precios al Consumidor del cuarto mes del año verificó un alza del 0,3% frente a marzo, acumulando un 8,3% . Durante el mes anterior, el IPC había avanzado un 0,2% mensual, con un acumulado del 8,1% interanual, según la agencia Bloomberg, que también aseveró que la denominada «inflación subyacente» (sin alimentos ni energía en la ecuación) subió 0,6%.
También se encarecieron la energía (0,7%), los alquileres (0,6%), los servicios médicos (0,5%) y los servicios de transporte (3,1%). En contraste, el precio de los combustibles bajó un 6,1% en abril contra marzo. Eso, sostienen, explica la leve baja intermensual en el índice general.
MÁS MEDIDAS
Como se señalaba, Biden insistió en que se trata de una gran preocupación para el Gobierno, al puto que consideró que es su «máxima prioridad interna».
Para intentar controlar la situación, la Reserva Federal (FED) aplicó aumentos de las tasas de interés: la semana pasada subió 50 puntos la tasa de referencia, la más alta desde mayo de 2000.
Al respecto, Jerome Powel, presidente de la FED, añadió: «La inflación es demasiado alta y entendemos las dificultades que está causando, y nos estamos moviendo rápidamente para reducirla«.
De todos modos, Europa ha endurecido sus sanciones a Rusia y busca eliminarla como proveedora de energía, lo cual podría impactar todavía más sobre el precio global, forzando nuevas alzas de precios y, en consecuencia, también de los índices inflacionarios. Si ese escenario se concreta, podrían adoptarse mayores subas en las tasas, con el obvio impacto sobre las economías de toda América.
