Lula asumió este domingo la presidencia de Brasil en un contexto sumamente complejo en términos políticos, económicos y sociales.
Llegó con la promesa de “devolverle la alegría a la gente”, de “garantizar la democracia”, de “romper con la desigualdad” y de “representar a todos los brasileños”. Sin embargo, se se impuso en la segunda vuelta por un 51% contra un 49%, y deberá gestionar con un Congreso y los tres principales estados (San Pablo, Río y Minas Gerais) en manos de la centro-derecha, núcleo del bolsonarismo durante los últimos cuatro años.
Por eso, la propia propuesta electoral de Lula se movió hacia el centro; dio un paso más hacia la centro-derecha para captar los votos necesarios para el balotaje; y luego, una vez electo, se forjó una alianza con esa coalición de partidos bolsonaristas para contar con las leyes y el presupuesto necesarios para asegurar la gobernabilidad.
Y, además, se construyó un Gabinete de 37 ministros, en el que están representados nueve partidos, en busca de reconstruir el modelo presidencialista abandonado por Bolsonaro. Se trata de una verdadera máquina política que tendrá el desafío de hacer llegar todas las políticas federales a los 214 millones de brasileños, en medio de una crisis global y con las calles en manos del bolsonarismo.
Por esa razón, el flamante presidente anunció que el Gabinete tendrá características inéditas. Por empezar, además de haber representación de nueve partidos, tendrá once mujeres, un número récord para el país.
Entre ellas, dos jugadoras de primer nivel político: Simone Tebet, del Movimiento de la Democracia Brasileña (MDB), quien obtuvo un 4,2% en la primera vuelta y se ubicó tercera, será ministra de Planificación; y Marina Silva, de Rede, volverá a hacerse cargo del Ministerio de Medio Ambiente, del que se había ido 2007 con fuertes críticas.
Pero el ministro estrella de este Gabinete es Fernando Haddad, exalcalde de San Pablo, excandidato a presidente del PT en 2018 y delfín político de Lula de cara a 2026. Su designación fue un gesto de fuerza del presidente ante las presiones de los mercados, que pedían un ortodoxo al frente de Economía.
Para sumar peso político y experiencia de gestión, el mandatario sumó además al exgobernador de Bahía, Rui Costa, como el jefe de Gabinete; y al de Ceará, Camilo Santana, en Educación.
En líneas generales, el PT se quedó con 10 de las 37 carteras; luego otorgó tres al MDB, a la Unión Brasil, al Partido Socialista Brasileño del vicepresidente Geraldo Alckmin y al Partido Social Demócrata (PSD); 11 son dirigentes sin filiación partidaria; y ejercerán uno cada uno el Partido Democrático Laborista (nada menos que Previsión Social), el PSOL y Rede.
Otra de las novedades es la creación del Ministerio de los Pueblos Originarios, que será dirigido por Sonia Guajajara, una dirigente indígena (vale recordar que los indígenas fueron importantes en la simbología del acto de asunción de Lula).
Especial mención merece el acuerdo con Unión Brasil, partido fuertemente identificado con el bolsonarismo. El pacto se selló el jueves pasado, casi a última hora. El senador Davi Alcolumbre fue quien negoció con el Gobierno entrante y obtuvo tres ministerios: Comunicaciones, Turismo e Integración Nacional, que claramente no son los más importantes, pero les permite integrar una alianza ejecutivo-legislativa. Alcolumbre, cabe recordar, fue el impulsor del impeachment contra Dilma Rousseff y un militante de la cárcel para Lula.
Por su parte, el vicepresidente Alckmin ejercerá también como ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, aprovechando su expertise como exgobernador de San Pablo y su vínculo con el establishment y el empresariado del distrito que mueve la economía del país.
El canciller ya había sido anunciado: el exembajador en Argentina Mauro Vieira. Tendrá un rol clave en este tercer mandato de Lula, que se perfila como una gestión de fuerte perfil internacional. Lula quiere convertirse en un reconocido actor global, y Vieira, un diplomático de carrera, tiene una larga trayectoria y los vínculos necesarios para ese posicionamiento.
Asimismo, le dio el Ministerio de Pueblos Originarios al Partido Socialismo y Libertad; y el de Justicia y Seguridad a Flavio Dino, del PSB, exgobernador de Maranhao y un exjuez que enfrentó los avances de Sérgio Moro en el marco del Lava Jato.
Y en Derechos Humanos designó a Silvio Almeida, un respetado filósofo y abogado del movimiento negro.
LOS 37 ELEGIDOS POR LULA
– Jefe de Gabinete: Rui Costa
– Hacienda: Fernando Haddad
– Secretaría de Relaciones Institucionales: Alexandre Padilha
– Secretaría General de la Presidencia: Marcio Macedo
– Educación: Camilo Santana
– Mujeres: Cida Gonçalves
– Desarrollo Social: Wellington Dias
– Trabajo: Luiz Marinho
– Desarrollo Agrario: Paulo Teixeira
– Comunicación Social: Paulo Pimenta
– Planificación: Simone Tebet
– Ciudades: Jader Barbalho Filho
– Transportes: Renan Calheiros Filho
– Desarrollo, Industria y Comercio Exterior: vicepresidente Alckmin
– Puertos y Aeropuertos: Marcio França
– Justicia y Seguridad: Flavio Dino
– Turismo: Daniela do Waguinho
– Comunicaciones: Juscelino Filho
– Integración y Desarrollo Regional: Waldez Goes
– Agricultura: Carlos Favaro
– Pesca: André de Paula
– Minas y Energía: Alexandre Silveira
– Previsión Social: Carlos Lupi
– Pueblos Indígenas: Sonia Guajajara
– Ciencia y Tecnología: Luciana Santos
– Medio Ambiente: Marina Silva
– Defensa: José Mucio
– Abogacía General de la Unión (AGU): Jorge Messias
– Gestión: Esther Dweck
– Salud: Nísia Trindade
– Cultura: Margareth Menezes
– Igualdad Racial: Anielle Franco
– Derechos Humanos: Silvio Almeida
– Relaciones Exteriores: Mauro Vieira
– Controladuría General: Vinicius Marques de Carvalho
– Deportes: Ana Moser
– Gabinete de Seguridad Institucional: Marco Edson Gonçalves Dias
