Una nueva forma de guerra se libra en las sombras de Europa. Según una investigación revelada por CNN, adolescentes suecos —algunos de tan solo 14 años— están siendo utilizados como peones por redes criminales locales al servicio de intereses extranjeros. El objetivo: ejecutar ataques contra blancos israelíes en territorio europeo, siguiendo instrucciones que, según las autoridades, provienen de Irán.
Lo que comenzó como un problema de violencia juvenil se transformó en una amenaza geopolítica: la infiltración de un conflicto de Medio Oriente en el corazón de Escandinavia.
La manipulación de menores vulnerables es el punto más inquietante de esta estrategia. Uno de los casos más alarmantes ocurrió en mayo de 2024, cuando un chico de 15 años fue detenido camino a la embajada israelí en Estocolmo. Creía que solo estaba transportando drogas, hasta que le dieron un arma.
Otro menor, de apenas 14 años, sí logró llegar al objetivo y vació un cargador completo con una pistola 9 mm. El hermano de este último, sorprendido, comentó en una llamada interceptada: “Pensé que dispararía una vez. No que vaciara todo el cargador”.
La conexión iraní no es una especulación. El servicio de inteligencia sueco (SÄPO) vincula los ataques a las bandas criminales Foxtrot y Rumba, presuntos intermediarios de Irán en la región. La embajada iraní en Estocolmo niega las acusaciones, pero Estados Unidos ya sancionó a Foxtrot y a su líder, Rawa Majid, por colaborar con el Ministerio de Inteligencia iraní. Incluso se los vincula con un intento de atentado contra la embajada israelí en enero de 2024.
El telón de fondo de esta guerra encubierta es una crisis nacional. Suecia atraviesa un pico de violencia juvenil sin precedentes: en enero de 2025 se registraron 33 explosiones ligadas a bandas, la cifra más alta en la historia reciente.
El 30% de los implicados en homicidios con armas de fuego durante 2024 eran menores de edad. La mayoría son captados a través de redes sociales, atraídos por promesas simples: dinero, ropa, estatus. Los cabecillas aprovechan que los menores son casi intocables para la Justicia sueca. Las plataformas digitales se han convertido en campos de reclutamiento. Los criminales publican ofertas en Snapchat o Instagram y luego trasladan a los reclutas a chats cifrados.
Sin embargo este patrón no se limita a Suecia. Casos similares aparecieron en Alemania y Grecia. Europol advierte que los jóvenes se agrupan en torno a narrativas violentas más que ideológicas, facilitando el trabajo de organizaciones terroristas. Aunque el gobierno sueco endureció penas y reforzó la vigilancia, los expertos aseguran que la raíz del problema es estructural. Como dijo un adolescente detenido: “Ya es tarde para irme. Me van a encontrar donde sea”.