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La otra semana, por Darío Lopérfido: la derrota de un progresismo “estúpido” y desconectado de la gente
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La otra semana, por Darío Lopérfido: la derrota de un progresismo “estúpido” y desconectado de la gente

Durante la última semana se produjeron elecciones en numerosos países de Europa para elegir legisladores para el Parlamento de la Unión Europea. Pero el hecho relevante es que en varios de estos comicios se verificó un avance de los partidos o espacios considerados como de “extrema derecha” o “ultraderecha”.

En diálogo con Newsweek Argentina, el intelectual Darío Lopérfido analizó estos resultados y se mostró en contra de la utilización del término “ultraderecha” por considerarlo una simplificación de un escenarios sumamente complejo.

Desde España, explicó el por qué de ese posicionamiento pero, sobre todo, las cusas de la derrota de los espacios considerados “progresistas”. En ese sentido, aseveró que esos sectores están “desconectados de la gente” y que han impuesto a la sociedad europea discursos que solo estaban destinados a sectores minoritarios, generando un abierto rechazo que ahora se verifica en las urnas

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UNA AGENDA ABSURDA

El análisis de Darío Lopérfido, desde España

¿Por qué ganó la “ultraderecha” en Europa”? Para Darío Lopérfido, coordinador de la Cátedra Vargas Llosa, la respuesta es muy compleja y es un error caer en simplificaciones. “En estos días vimos mucha información por el vuelco político que ha habido en Europa. A mí no me gusta hablar de ‘el auge de la ultraderecha’ porque es una simplificación que hacen los malos periodistas. Ahí no hay una sola cosa; son muy distintos los espacios que fueron ganando en los distintos países”, comenzó.

Y se explicó: “Me irrita el término porque los mismos periodistas que hablan de ‘ultraderecha’ no dicen ‘ultraizquierda’, por ejemplo, cuando se refieren a Pedro Sánchez, que tiene una alianza legislativa, por ejemplo, con una agrupación política que representa la herencia política de ETA, de la organización terrorista. Por eso yo no uso esos términos”.

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Siguiendo esa línea, trazó una diferenciación: “Lo que está pasando, por ejemplo, en Francia, es que el partido Le Pen ganó las elecciones y Macron ahora hizo un llamado a elecciones anticipadas del Parlamento. Otra cosa es lo que pasó en Austria; otra lo que pasó en España, donde entre Vox y otro partido de un señor que se llama Elvise sacaron el 15%, mientras que la centro derecha del PP le ganó al partido del presidente Sánchez; otra es lo que viene pasando en Países Bajos, donde el partido de Geert Wilders ya había ganado las elecciones; y otra es Italia, donde Meloni ganó de manera inapelable y es cada vez más popular”.

“Todo eso que pasó me lleva a hacer una reflexión respecto de por qué pasó. Y yo creo que durante años la izquierda, el centro, los partidos que siempre representaron eso, los verdes, han abusado de discursos que no les interesaban a nadie”, analizó Lopérfido.

¿A qué se refiere? “Yo no puedo creer que estén sorprendidos ahora cuando todos veíamos, por ejemplo, el discurso de los verdes. A todos nos interesa que el clima esté bien, pero si alguien cree por un minuto que la prioridad de los ciudadanos del mundo son los gases de las vacas, o que lo que quieren es escuchar todo el tiempo pronósticos apocalípticos, eso significa que no tienen idea sobre la sociedad en la que viven”.

Y enfatizó: “La gente está preocupada por sus ingresos económicos, por su familia. Si uno está hablando todo el tiempo del cambio climático y no está hablando de los enfermos de cáncer, o de que la gente pueda ir al supermercado y que le quede plata para irse de vacaciones, es que no tiene idea en el mundo en el que estás viviendo. Y eso le pasó a ciertas fuerzas políticas, que se engolosinaron con su propio discurso: se hablan entre ellos”.

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Otra clave del rechazo a esa agenda, sostuvo, es el impulso a políticas de habilitación del cambio de sexo en menores de edad. “Si los partidos que siempre representaron al centro -a mí no me interesa, porque cada uno puede ser lo que quiera ser- están todo el tiempo hablando de las personas trans y cometen la barbaridad espantosa de hacer leyes para permitir que haya cambios de sexo en chicos de 14 o 15 años, es decir, en menores, se convierte en una cosa delirante. Algunos propiciaron y muchos acompañaron esto. Ahora, si no te das cuenta que eso, de que es una aberración, de que a la gente le horroriza mayoritariamente y de que estás respondiendo es a un lobby chiquitito, que no te extrañe luego que te den la espalda en las votaciones”, señaló.

Lopérfido considera que los espacios vinculados al progresismo no supieron leer a la sociedad: “Hay que ser muy tonto para poner el eje de tu política en un caso aberrante y defender que está bien que un chico o una chica de nueve o diez años tiene derecho a elegir el sexo, cuando los chicos de nueve años están pensando en cosas que probablemente después, cuando tengan 20, no piensen. A todos nos ha pasado. No se puede hacer eso. Está mal”.

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De hecho, insistió: “La Asociación de Pediatría de los Estados Unidos acaba de sacar una declaración diciendo que por favor paren con esta barbaridad, porque realmente lo es.Y si los políticos no dicen que esto es una barbaridad, la gente les va a votar en contra, porque es una barbaridad, porque está mal”.

“No se puede hablar a medias tintas. La libertad sexual para los mayores tiene que ser irrestricta; con los menores no se metan. Y si hay padres idiotas, hay que explicarles que no tienen que ser tan idiotas. Pero no hay que decirles ‘tenés razón, tu chico o chica de siete años se siente mujer o se siente hombre, y entonces se puede cambiar de sexo’”, subrayó el exsecretario de Cultura argentino.

E ironizó: “Si creés que hablando el lenguaje inclusivo no vas a quedar como un estúpido, lo que va a pasar es que van a ganar las elecciones los que sostienen los discursos completamente opuestos a eso”.

LA POLÍTICA Y LOS VERDADEROS PROBLEMAS DE LA GENTE

Para Lopérfido, el síntoma se verifica ahora en Europa, pero el problema es global y conceptual. “A mí me parece el colmo de la estupidez que fuerzas políticas se hayan pasado en todo el mundo hablando de cosas que solo le interesan a ellos, o hablando de las minorías. En efecto, las personas trans son una minoría y merecen respeto, pero también son una minoría los enfermos de cáncer, que necesitan que haya cada vez más posibilidades de atenderlos y de curarlos; y también es una minoría en Europa la gente que necesita salir de una situación de desocupación y tener trabajo”, consideró.

“No entendieron que los problemas de la gente son los económicos, las familiares, las enfermedades, vivir cada vez mejor, poder irse de vacaciones, y no el lenguaje inclusivo y el discurso del cambio de sexo y todas esas tonterías”, sentenció.

Según evaluó, un claro ejemplo de esto es lo que sucedió con “los verdes”: “Otro ejemplo es el discurso de la energía de los verdes, que hicieron que se levanten centrales nucleares en Europa y ahora los europeos tengan que pagar más cara la energía. Hay que ser idiota para pensar que a la gente le gusta pagar más cara la energía porque ellos creen que con eso se dirigen a su electorado”.

Y continuó: “Los verdes cayeron de una manera estrepitosa en Europa, porque justamente le hablaron todo el tiempo a los ciudadanos de cosas que a los ciudadanos no les interesaban. Si la política no conecta con la gente, va a aparecer alguien que sí va a conectar con la gente”.

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El otro gran tema de preocupación en Europa es la inmigración ilegal. Para Lopérfido, los movimientos de izquierda no solo no dan respuestas, sino que ni siquiera comprenden por qué es un problema para las naciones y para la gente.

“Esta gente que ganó las elecciones dice ‘hay que parar con los flujos de inmigración ilegal’. Las fuerzas de centro no lo dicen. No están diciendo algo que es obvio: que hay que estar en contra de la inmigración ilegal porque la inmigración ilegal es ilegal”, argumentó.

Sobre esto, consideró: “Son los propios términos los que indican por qué está mal. No es que sean sea anti-musulmanes, anti-negros, anti-chinos, anti-indios. No, señor. La inmigración ilegal es ilegal. Y, si la inmigración es ilegal, no se tiene un control de esa inmigración. Nadie dice ‘estoy en contra de la inmigración legal’. Si los que se hacen los de centro, los progres, no entienden que la inmigración ilegal es ilegal, la gente les va a votar en contra. Y esto es lo que pasó”.

Finalmente, el intelectual argentino trazó una comparación con la realidad argentina: “Que no se hayan dado cuenta de esto políticos importantes, es lo mismo que ocurrió en Argentina, donde se había adoptado un discurso políticamente correcto, y por eso Milei ganó las elecciones. Si no se dan cuenta de eso, van a desaparecer políticamente”.

Y concluyó: “El que no le habla a la gente y le habla solamente a los grupos minoritarios, identitarios, no tiene futuro político. Apréndanlo de una vez: el futuro político lo va a tener quien conecte con los problemas reales de los ciudadanos”.

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