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La pandemia aumentó el endeudamiento de Latinoamérica y pone en riesgo la reconstrucción
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La pandemia aumentó el endeudamiento de Latinoamérica y pone en riesgo la reconstrucción

La pandemia de Covid-19 amplió las brechas estructurales en Latinoamérica y las necesidades financieras para afrontar la emergencia, a la vez aumentó el endeudamiento poniendo en peligro la recuperación y capacidad de los países para una reconstrucción sostenible y con igualdad, afirmó hoy la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Durante una reunión virtual, la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, presentó el informe «Financiamiento para el desarrollo en la era de la pandemia de Covid-19 y después: Prioridades de América Latina y el Caribe en la agenda de políticas mundial en materia de financiamiento para el desarrollo». En el trabajo el organismo de las Naciones Unidas propone cinco medidas para afrontar los retos que plantea la agenda de financiamiento para el desarrollo a corto, mediano y largo plazo, y pone énfasis en iniciativas que se podrían emprender para construir un futuro mejor.

“En todos los países de la región, sin excepción, la situación fiscal se ha deteriorado y el nivel de endeudamiento del gobierno general ha aumentado», afirmó Bárcena. Según ella, «se espera que dicho endeudamiento se incremente de 68,9% a 79,3% del PIB entre 2019 y 2020 a nivel regional, lo que convierte a América latina y el Caribe en la región más endeudada del mundo en desarrollo y la que tiene el mayor servicio de deuda externa en relación con las exportaciones de bienes y servicios (57%)”.

Bárcena añadió que la brecha de financiamiento del sector público se agrava por la necesidad de apoyar la balanza de pagos; además, en la región habrá una importante caída de la inversión extranjera directa que será de entre 45% y 55%, aproximadamente. El informe afirma que, en el contexto actual de la pandemia, la agenda de financiamiento para el desarrollo exige, a corto plazo, «favorecer la expansión del gasto público y prestar una atención especial a los grupos vulnerables, en particular a los segmentos de ingresos bajos y a las personas mayores».

A ello se suma la necesidad de «políticas de financiamiento para el desarrollo a corto plazo (…) para compensar los efectos perjudiciales que las políticas de contención -basadas en el distanciamiento físico y el aislamiento voluntario- tienen sobre la actividad económica, el tejido y la estructura productiva, y el empleo». Esto supone «sostener el consumo de las personas y las familias, para lo que es necesario adoptar medidas excepcionales transitorias de mantenimiento del ingreso, como una renta básica temporal garantizada por el Estado», explica. A mediano y largo plazo, el programa de financiamiento para el desarrollo debe «promover una orientación de política anticíclica que tenga por objeto aumentar el empleo y mantener un crecimiento adecuado», completó.

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