Los datos oficiales de junio marcaron en los EEUU la mayor inflación de los últimos 40 años: un 9,1% en comparación con el mismo mes de 2021, empujada por las subas en el precio de la energía y los alimentos.
Mes tras mes, desde marzo, la Reserva Federal (Fed) viene anunciando subas de las tasas de interés para intentar contener este avance y enfriar la economía. De hecho, sus autoridades dejaron en claro que estaban dispuestas a hacer lo necesario para controlar los aumentos en el costo de vida.
Además, el Gobierno sabe que en breve se confirmará que EEUU entró en recesión (segundo trimestre a la baja), e intentó redefinir ese concepto, lo que le valió la burla de la oposición y los mercados. El escenario de estanflación que vislumbraron algunos analistas toma cuerpo inexorablemente.
Para intentar paliar la situación, la Fed anunció este miércoles una nueva suba de las tasas: esta vez fue de 0,75 puntos, hasta llegar al 2,25%.
«Los recientes indicadores de gastos (de consumo) y producción se moderaron. Pero la creación de empleo siguió robusta en los últimos meses, y la tasa de desempleo sigue baja», explicó la entidad, y anticipó que esta suba no será la última.
Y es que el objetivo de la medida, argumentaron, es que la inflación retorne al 2%, “manteniendo los niveles de empleo máximos”.
Aseguran que un aumento de tasas de 0,75 puntos no se producía desde 1994, cuando la Fed estaba en manos de Alan Greenspan, también para contener una avance inflacionario, aunque en ese momento era del 2,75%.
A su vez, la Fed informó que seguirá reduciendo su cartera de deuda pública, compuesta fundamentalmente de letras del Tesoro y de valores respaldados por préstamos hipotecarios.
Hoy acumula casi US$ 9 billones en deuda estadounidense, pero en agosto se desprenderá de US$ 30.000 millones en letras y de US$ 17.500 millones en valores respaldados por hipotecas. En septiembre, en tanto, habrá una aceleración de este proceso: dejará atrás US$ 60.000 millones y US$ 35.000 millones, respectivamente. Y así hasta que la deuda alcance un nivel apenas por encima de sus “reservas amplias”.
Desde luego, la suba de tasas en EEUU tendrá un fuerte impacto sobre las economías emergentes, como la de la Argentina. En tiempos de incertidumbre global, los inversores se refugian en activos que consideran más seguros, como los bonos del Tesoro de EEUU. Si estos papeles pagan más intereses, los capitales se mueven hacia ellos y dejan sin financiamiento al resto de las economías, lo que obliga a estas a subir también sus tasas u otorgar otras ventajas. Eso es lo que se espera que ocurra nuevamente en los próximos días a lo largo de América Latina.
