El reciente accidente del vuelo operativo MU 5735 del Boeing 737/800 de China Eastern Airlines, que se estrelló en las montañas del sur de China con 132 pasajeros a bordo y 9 tripulantes, puede significar el golpe final para la emblemática empresa constructora de aviones que ha visto como el valor de sus acciones retrocedían un 4,6% en Wall Street, inmediatamente después de conocerse el fatal desenlace, y en momentos en que la seguridad de sus aviones ha sido puesto en duda por la Administración Federal de Aviación estadounidense (FAA), influyente organismo responsable de la aviación civil en ese país, que ha decidido que sus inspectores revisen cada avión que sale de fábrica al tiempo que comenzó el juicio penal por los accidentes de los Boeing 737/Max de 2018 y 2019.
El avión recientemente siniestrado desapareció de los radares de los controladores aéreos mientras volaba la ruta que conecta Kunming, capital de la provincia china de Yunnan con Guangzhou o Canton, ciudad cercana a Hong Kong y había sido entregado a la aerolínea China Eastern Airlines, una de las mayores empresas aeronáuticas del país asiático con sede en Shanghái, en junio de 2015.
El Boeing 737/800, que cayó en la cadena montañosa del sur de China, es un modelo anterior al Boeing 737/Max 8 que intentó reemplazar esa línea aeronáutica por aviones con un fuselaje más largo, cambios en los motores y en el diseño.
Sin embargo, estos modelos 737/Max 8, quedaron en tierra casi dos años luego que se produjeran dos accidentes en los que murieron 346 personas. Específicamente, el vuelo de Lion Air en Indonesia en octubre de 2018 (189 muertos) y el de Ethiopian Airlines de marzo de 2019 en Etiopía (157 decesos).
A partir del 27 de Enero de 2021 volvieron a recibir luz verde para operar en los cielos internacionales cuando la Unión Europea realizó un anuncio que previamente había coincidido con las evaluaciones de los Estados Unidos, Canadá y Brasil. La Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA), había emitido un comunicado donde explicaba, “Tras un análisis profundo de EASA, hemos determinado que el 737 MAX puede reanudar el servicio en total seguridad. Esta evaluación se realizó con total independencia respecto a Boeing o a la Administración Federal de Aviación (FAA estadounidense) y sin ninguna presión económica o política», afirmó el director ejecutivo de EASA, Patrick Ky.
Aerolíneas Argentinas había sido de las primeras en volver a operar con estos polémicos aviones cuando el lunes 20 de diciembre a las 05:50 despegó del Aeropuerto Internacional de Ezeiza el vuelo Boeing 737 Max 8, matrícula LV-GVE, que no volaba desde hacía más de dos años, como consecuencia de las investigaciones por los siniestros ocurridos durante 2018 y 2019. De hecho, Aerolíneas tiene, desde esa fecha, la totalidad de sus MAX en actividad. Los aviones realizan vuelos domésticos y regionales desde y hacia Buenos Aires, además de algunos trayectos interprovinciales en el país.
La investigación en los Estados Unidos que jaquea a Boeing
Lógicamente, aún no se conocen las derivaciones por la investigación que se producirá tras el accidente en China, pero el siniestro del 737/800 podría significar un duro golpe a la intención de Boeing de continuar en competencia frente a su máximo rival Airbus, una empresa europea que diseña, fabrica y vende aviones civiles, filial del conglomerado neerlandés Airbus SE. Airbus y que se ha convertido en la principal fabricante de aeronaves del mundo. Su sede está en Blagnac, una localidad de Toulouse, Francia.
Por lo pronto, la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos tomo una decisión inapelable, el pasado 21 de febrero, que puso en duda la capacidad de Boeing de garantizar la seguridad de los aviones que produce.
A partir de ahora, los técnicos de la FAA serán los encargados de revisar todos y cada uno de los Boeing 787 producidos para garantizar que no exista ningún defecto de fábrica.
Según reveló Flynews, la FAA fue criticada por varios congresistas por haber dejado en manos de Boeing todo el proceso de comprobación y certificación de las aeronaves. La decisión se trata de una prórroga de la supervisión que ya venían realizando sobre la producción de los 737 Max, modelo que fue vetado durante 20 meses por los dos accidentes mortales citados anteriormente.
Por su parte, la directiva de Boeing, debió acatar y comunicó que “respetamos el papel de la FAA como nuestro regulador y seguiremos trabajando con transparencia a través de sus detallados y rigurosos procesos”.
Los técnicos aeronáuticos consultados por NA explicaron que en los accidentes de Indonesia y Etiopía, “… el software de control de vuelo (MCAS) recibió información errónea de una de las dos sondas de incidencia AOA y perdió el control, a pesar de los esfuerzos de los pilotos por desactivarlo, lo que puso a las aeronaves en posición de descenso”.
El juicio que desvela a Boeing
Comenzó el juicio que podría acarrear consecuencias económicas catastróficas para las finanzas de la compañía aeronáutica de origen estadounidense pero también penales para los implicados.
Porque el juicio que se tramita en los tribunales de Forst Worth, en Texas, contra Mark Forkner, piloto que probaba los aviones 737 Max y que supuestamente ofreció testimonios falsos a los investigadores, al decir a la Agencia Federal de Aviación (FAA), que las aeronaves operaban normalmente y sin problemas.
“Not guilty”, no culpable, se declaró el piloto encausado en el primer día del juicio que además afirmó que los ingenieros de Boeing no le habían informado de los cambios en los aviones, lo cual condujo a dos accidentes con 346 muertos en 2018 y 2019.
Lo que se tiene que determinar es si el piloto Forkner mintió deliberadamente o si no disponía de la información correcta como sostiene. Es la única persona que está acusada por la vía penal de lo que ocurrió con este modelo de avión.
Toda la prensa especializada está pendiente del juicio porque podrían develarse muchos asuntos técnicos y comunicaciones delicadas de Boeing.
Previamente, dos semanas atrás, Boeing había trazado un ambicioso plan para casi duplicar la producción del 737 Max con el fin de intentar poner fin a las sucesivas crisis en las que se ha visto envuelta en los últimos años. Boeing intentará aumentar su producción a 47 unidades al mes para el próximo año.
Al tiempo que el mundo parece normalizarse tras sufrir la mortal pandemia de coronavirus, tanto Boeing como su rival Airbus, están decididos a retomar la demanda de sus aviones de pasajeros. El principal impulso proviene del sector de equipos para vuelos regionales, ya que las operaciones de largo alcance parecen reactivarse con más lentitud. Sin embargo, el reciente incidente fatal en China pone en jaque las aspiraciones de Boeing de levantar su producción y sus ventas.
Publicado en cooperación con Newsweek