Más de tres años después del inicio de la invasión de Rusia a Ucrania, el presidente ruso Vladimir Putin sigue firme en su postura y mantiene condiciones intransigentes para cualquier posible acuerdo que ponga fin al conflicto.
Según información publicada por The Washington Post, Putin expresó su apoyo a una tregua de 30 días, una propuesta impulsada por Estados Unidos y aceptada por Ucrania. Sin embargo, el líder del Kremlin planteó dudas sobre su implementación, en particular respecto a la verificación en un frente de batalla tan extenso. Con esta estrategia, Moscú podría ganar tiempo y prolongar las negociaciones sin rechazar abiertamente la oferta.
El mandatario ruso advirtió que una pausa en los combates beneficiaría a Ucrania, permitiéndole reorganizarse y recibir más armamento occidental. En este sentido, insinuó que Rusia intentaría imponer sus propias condiciones para el alto el fuego, exigiendo el cese del suministro de armas y la prohibición de la movilización militar en territorio ucraniano. Mientras tanto, las demandas del Kremlin siguen siendo incompatibles con lo que Kiev y sus aliados están dispuestos a aceptar.
Uno de los principales puntos de fricción es el control territorial. Rusia ocupa actualmente cerca de una quinta parte de Ucrania y busca consolidar su dominio sobre estas áreas.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, dejó en claro la postura del gobierno ruso: “Crimea, Sebastopol, Kherson, Zaporizhzhia, Donetsk y Lugansk son regiones de Rusia. Están inscritas en la Constitución. Esto es un hecho”. Moscú también exige el reconocimiento de su anexión de estos territorios y la renuncia de Ucrania a ingresar en la OTAN, condiciones que Volodimir Zelensky ha rechazado reiteradamente.
La posibilidad de un despliegue de tropas de la OTAN en Ucrania fue otro punto de tensión. Putin advirtió sobre las “consecuencias trágicas” de esta opción, sugiriendo que un enfrentamiento directo con Occidente podría escalar a un conflicto nuclear.
Por su parte, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, reiteró que el Kremlin no aceptará la presencia de fuerzas extranjeras en suelo ucraniano. A pesar de ello, algunos países europeos han considerado esta posibilidad como una garantía de seguridad futura para Kiev.
Mientras las negociaciones continúan, Moscú también utilizó su contacto con Washington para abordar temas más allá de la guerra, como la devolución de propiedades diplomáticas confiscadas por Estados Unidos en años anteriores. En las reuniones recientes en Estambul, ambas partes discutieron medidas para estabilizar sus relaciones bilaterales, aunque las sanciones económicas impuestas por la administración de Joe Biden siguen siendo un obstáculo clave.
Donald Trump, quien ha insinuado que podría reducir estas sanciones en caso de volver al poder, podría convertirse en un actor determinante en la evolución del conflicto. Mientras tanto, el futuro de la guerra sigue envuelto en incertidumbre.