Este jueves por la noche, el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula Da Silva se preparaba para hablar en un acto de campaña en la tradicional plaza de Cinelandia, en el centro de Río de Janeiro, cuando se produjo un intento de sabotaje: arrojaron dos explosivos caseros de baja intensidad desde el exterior del predio vallado.
Las bombas cayeron entre el público poco después de las 19.00 horas, pero no se registraron heridos y el presunto responsable fue apresado por la policía local. Los legisladores locales pidieron abrir una rápida investigación.
Todavía no se dio información sobre los motivos del ataque, pero es el segundo en menos de un mes. Esta semana fue detenido un empresario ruralista fanático de Jair Bolsonaro que atacó a los seguidores de Lula en Minas Gerais rociándolos con agroquímicos desde un dron.
El ataque en Río de Janeiro se concretó a pesar de un amplio operativo de seguridad, que justamente se había desplegado para evitar que ocurriera algo como lo de Minas. Pero Lula decidió salir igual al escenario, donde se lo vio vestir una guayabera blanca y un chaleco antibalas por debajo.
Consultados por la agencia Télam, los voceros del candidato del PT no negaron esto, pero evitaron dar detalles. “No comentaremos cuestiones de seguridad del expresidente”, le respondieron.
El acto de Cinelandia estaba previsto como el primer acto oficial de campaña de Lula, de cara a las elecciones presidenciales de octubre, que lo tienen como favorito para ganar en primera vuelta, según la mayoría de los sondeos. Allí se lanzaba también la precandidatura de Marcelo Freixo a la Gobernación del estado de Río de Janeiro. También estuvo el compañero de fórmula del exmandatario, Geraldo Alckmin.
Durante su discurso, Lula no mencionó el atentado, pero sí se refirió a la violencia en esa ciudad. «Río es muy importante para Brasil y no puede quedar apareciendo en las páginas de los periódicos apenas por culpa de la violencia y las balas perdidas«, expresó, y señaló que quienes más la sufren son las personas “más pobres”, que viven en las favelas, a merced de la delincuencia y también de los excesos policiales.
Y, finalmente, concluyó que «a este país le tienen que gustar los libros y no las armas, le tiene que gustar el amor y no el odio”, en referencia a la exhortación a la portación de armas por parte de Bolsonaro.
EL ANTECEDENTE DE BOLSONARO
Los ataques contra Lula y el uso del chaleco para su protección traen a la mente la campaña presidencial de 2018, cuando Jair Bolsonaro lideraba las encuestas y fue apuñalado durante un acto en Minas Gerais.
El 6 de septiembre de 2018, Bolsonaro se mezcló entre la multitud camino a un acto en Juiz de Fora, cuando Adélio Bispo de Oliveira, de 40 años de edad, le asestó una puñalada en el abdomen. Interrogado por las autoridades, aseguró que había seguido “el mandato de Dios”.
Bolsonaro estuvo grave durante días y finalmente logró recuperarse para ser electo presidente. Pero la herida le generó problemas serios de larga duración, que lo obligaron en varias oportunidades a ser intervenido quirúrgicamente.