Por Brendan Cole (*)
El tiroteo del ex primer ministro japonés Abe Shinzo conmocionó a su país. El funcionario nipón, de 67 años, murió luego de recibir un disparo mientras daba un discurso en un acto de campaña política en la ciudad sureña de Nara.
A raíz de este hecho violento, Fumio Kishida, el actual primer ministro japonés, prometió que Japón «nunca cederá ante la violencia» y dijo que continuará con las elecciones de este mes.
Con una población de 127 millones, el país asiático tiene algunas de las leyes de control de armas de fuego más estrictas del mundo. El número anual de muertes por armas de fuego en Japón es con frecuencia menor que el número que podría morir en un solo tiroteo masivo en los Estados Unidos. Por ejemplo, en 2018, solo hubo nueve muertes por armas de fuego en en el país según GunPolicy.org, en comparación con más de 39.000 en los EE. UU. ese mismo año.
Las bajas estadísticas son el resultado de una serie de variables, tanto culturales como legales. Mientras que la Constitución de Estados Unidos consagra el acceso a las armas, Japón parte de la premisa de prohibirlo.
En 1958, se escribió en la ley japonesa que «ninguna persona poseerá un arma de fuego o armas de fuego o una espada o espadas», lo contrario de la afirmación de la Segunda Enmienda de los EE. UU. del «derecho del pueblo a poseer y portar armas».
Las armas de fuego están prohibidas, mientras que los rifles de pequeño calibre son ilegales para comprar, vender o transferir desde 1971.
Las únicas armas que los ciudadanos japoneses pueden comprar y usar legalmente son las escopetas y los rifles de aire comprimido. Para poder hacerlo, es necesario realizar una gran cantidad de trámites burocráticos, asistir a una clase de todo un día, aprobar una examen escrito y obtener al menos un 95% de precisión durante una prueba de campo de tiro.
Además de todo esto, es obligación someterse a una evaluación psicológica en un hospital y una verificación de antecedentes que incluye el examen de los registros policiales, sumado a entrevistas a amigos y familiares de quien quiera poseer una arma. Cada tres años hay que repetir una clase y un examen.
En este marco, no puede haber más de tres armerías en los aproximadamente 40 municipios del país y, los cartuchos nuevos, solo pueden comprarse después de devolver los cartuchos anteriores ya usados.
En 2017, Iain Overton, director ejecutivo de Action on Armed Violence y autor de Gun Baby Gun , le dijo a la BBC que Japón fue el primer país en imponer leyes sobre armas de fuego que «establecieron una base que decía que las armas realmente no juegan un papel en la vida civil de la sociedad».
Por su parte, la policía en Japón no portó armas de fuego hasta 1946, cuando se lo ordenó la autoridad de ocupación estadounidense. Además, la policía japonesa recibe más horas de entrenamiento con armas de fuego que sus contrapartes estadounidenses, según un estudio publicado en Asia Pacific Law Review de 1993, que dijo que el entrenamiento con armas encaja con la práctica de artes marciales. También tienen prohibido portar armas mientras están fuera de servicio.
El estudio, que describió las leyes de armas de Japón como «las más estrictas en el mundo democrático», explicó que el hecho de que «los japoneses estén tan bien instruidos en un arma que se espera que usen solo en las circunstancias más raras, atestigua el enfoque cauteloso de la policía japonesa hacia las armas de fuego».
El estudio realizado por el defensor del derecho a portar armas en Estados Unidos, David Kopel, también señaló que los ciudadanos japoneses están «más dispuestos que sus homólogos estadounidenses a consentir registros y responder preguntas de la policía».
(*) Periodista de Newsweek Internacional. Trabajó en medios como BBC, Channel 4 News e ITN.
Publicada en colaboración con Newsweek Argentina