Este domingo por la noche se llevó a cabo el primer debate mano a mano entre los dos candidatos a la presidencia de Brasil, que se medirán en la segunda vuelta electoral del 30 de octubre: Luiz Inácio Lula Da Silva y el presidente Jair Bolsonaro, a través de la cadena de TV Bandeirantes.
A lo largo de los debates previos, con vistas a las generales en las que Lula se impuso por 48% contra 43%, el líder del PT había enfocado sus críticas en el manejo económico, en la gestión de la pandemia, en la amenaza democrática y las actitudes “fascistas” y en el uso de fake news del mandatario. Bolsonaro, por su parte, hizo foco en la corrupción, en los vínculos de Lula con Venezuela y Nicaragua, en las presuntas políticas antirreligiosas del candidato opositor e incluso sugirió que podría haber estado implicado en el asesinato de un aliado.
La primera justa entre ambos frente a frente (los otros debates fueron con todos los candidatos con representación parlamentaria) giró en torno a ejes similares, pero con una fuerte carga de acusaciones personales mucho más duras. Por caso, Bolsonaro dijo que Lula es una “vergüenza nacional”, y este lo llamó “dictadorcito”.
En una profundización de estos señalamientos personales, el presidente vinculó a Lula con el narcotráfico, explicando que este visita las favelas y mantiene encuentros con el crimen organizado. Inclusive remarcó que el exmandatario sacó cuatro de cada cinco votos en las cárceles.
Siguiendo esa estrategia de vinculación de imagen, Bolsonaro aseguró que Lula tiene una estrecha relación con los líderes “comunistas” de Venezuela, Nicaragua e incluso Argentina. El presidente ya había cargado contra Alberto Fernández en los anteriores encuentros, pero esta vez fue más explícito.
“Miren para donde está yendo nuestra Argentina. Fernández, cuando era candidato, fue a visitar a Lula a la prisión en Curitiba. Miren cómo está la economía de Argentina, 40% del pueblo está en la línea de la pobreza. Revisan basurales para sobrevivir. ¿Eso queremos para Brasil? Poner personas como esas, sin ninguna calificación para conducir el país”.
E insistió: “Lula está enamorado de Fidel Castro, Maduro, entre otros dictadores. ¿Qué hay de común entre Lula, Ortega, Chávez, Maduro, Evo Morales, Fernández de Argentina, Petro de Colombia? Son del Foro de San Pablo, son todos amigos. Miren para donde están yendo esos países”.
Además, puso énfasis en los hechos de corrupción durante el Gobierno del PT, incluyendo el Petrolao y el Lava Jato, con el asesoramiento del exjuez Sergio Moro, hoy senador y nuevamente aliado, quien luego de dejar la magistratura (él fue el que envió a Lula a prisión) fue ministro de Justicia del actual mandatario.
Por su parte, Lula hizo hincapié esta vez en la actuación de Bolsonaro durante la pandemia. “Usted se rio, imitó a personas muriendo asfixiadas. No hay nadie en la historia que se haya burlado de la pandemia como usted”, lo señaló.
Y enfatizó: “Ningún gobierno en el mundo tuvo a alguien que jugara con la pandemia y la muerte como usted jugó. Su negligencia provocó la muerte de 600 mil personas cuando se podría haber salvado más de la mitad”. Bolsonaro le respondió que Brasil “fue uno de los países que más vacunó en el mundo y en tiempo más rápido”.
Asimismo, Lula acusó al mandatario de estar vinculado al crimen organizado por parte de grupos parapoliciales, como los que mataron en 2018 a la concejala Marielle Franco en Río de Janeiro (la investigación mostró que los asesinos salieron del mismo complejo en el que vivía Bolsonaro en ese momento).
Otro tema central fueron las cuentas públicas y el manejo económico. En ese sentido, Lula le recriminó a Bolsonaro la pérdida del poder adquisitivo de los brasileños, afirmando que durante su Gobierno el aumento real del salario fue del 74%. “Me gustaría que expliques por qué hace cuatro años no das un aumento real de salario mínimo y por qué el crecimiento promedio de tu gobierno es 2% cuando el mío era de 4%”, esgrimió, y agregó que también golpeó fuertemente a las clases medias congelando el mínimo no imponible del impuesto a la renta.
Lula no negó las relaciones con los mencionados líderes latinoamericanos, ni tampoco con Argentina. Inclusive, una de sus promesas realmente sonó parecida a la de Alberto Fernández en 2019: “En el país hay 33 millones de personas que están pasando hambre y vamos a hacer que el pueblo pueda comer un asado con cerveza, porque Bolsonaro cree que él solamente puede; pero nosotros vamos a darle ese derecho a todo el pueblo».
Siguiendo con la lógica de las agresiones personales, Bolsonaro aseguró que Lula está viejo para gobernar. “Ya tendría que estar retirado y no volver al lugar del crimen», sostuvo, y aseguró que “el PT quiere liberar las drogas, el aborto y la instalación de baños unisex en las escuelas”.
También se cruzaron por el futuro de Petrobras y la energía; por los incendios y el avance de los agronegocios en el Amazonas; y el proyecto oficialista para ampliar la Corte Suprema.
Pero hubo un tema que estuvo latente y que no se pudo discutir por orden de la Justicia electoral. En medio de la pandemia, en 2020, Bolsonaro realizó uno de sus tantos recorridos en moto y, al pasar por uno de los barrios más pobres de Brasilia, se detuvo y entró en una casa donde un grupo de venezolanas de entre 14 y 15 años presuntamente ejercían la prostitución. Bolsonaro admitió públicamente ese hecho e incluso realizó declaraciones de connotaciones sexuales, afirman que “pintó onda”.
Tras las acusaciones de pédofilia y de prevaricato (de no cumplir el deber de actuar ante un delito para proteger a las víctimas de un abuso), Bolsonaro salió a hacer un vivo a la madrugada del viernes. Enfurecido con los señalamientos, trató de explicar lo sucedido aquel día: “Paré la moto en una esquina, vi unas niñas, bonitas ellas, de 14, 15 años, estaban arregladas, un sábado en un comunidad. Eran parecidas. Pintó onda y volví. Les pedí entrar a la casa y entré. Había unas 20 arreglándose, todas venezolanas. Yo me pregunto… ¿Chicas bonitas de 14, 15 años se arreglan un sábado? ¿Para qué? Para ganarse la vida».
Lula se había negado a que el tema fuera tratado durante el debate, por tratarse de una cuestión sensible. El tribunal electoral directamente prohibió que se hablara de ello en televisión, para dejar avanzar la investigación. Pero Lula tampoco lo dejó pasar, y fue irónico: «Vos tenés la conciencia pesada, Bolsonaro; te levantás a la madrugada para hablar por internet».
El debate batió récord de audiencia en YouTube y logró un rating de 13 puntos en el canal de televisión. La segunda vuelta se llevará a cabo el 30 de octubre. Los últimos sondeos muestran a Lula en torno al 49% de los votos, mientras que Bolsonaro mantiene un 44%. Si se eliminaran los votos en blanco, los nulos y los de los indecisos, la diferencia sería de 52% contra 48%. Sin embargo, las encuestas han mostrado serias falencias en la primera ronda, por lo que el resultado se mantiene en una absoluta incertidumbre.