Jair Bolsonaro sigue recortando distancias con Luiz Inácio Lula Da Silva de cara a las elecciones presidenciales del 2 de octubre, en medio de un caliente clima de polarización en Brasil. Pese a ello, las encuestas todavía muestran al exmandatario imponiéndose en primera vuelta.
En este contexto, el actual presidente, que va en busca de su reelección, convocó este miércoles 7 de septiembre a una masiva marcha para celebrar el Bicentenario de la Independencia, pero que significó una clara movilización de apoyo a su candidatura.
Y lo logró: miles de personas coparon las calles de San Pablo, Brasilia y Río de Janeiro (como principales escenarios) en una serie de actos que contaron con el apoyo de las fuerzas armadas y que tuvieron entre sus organizadores a los grupos de ultraderecha, a diferentes movimientos evangélicos y a un sector del ruralismo.
«Será un movimiento nunca visto en la historia de Brasil», había anticipado el propio Bolsonaro el martes, generando también un clima de repudio a los jueces de la Corte Suprema, a quienes acusa de perseguir bolsonaristas y trabajar para el triunfo de Lula.
En ese mismo sentido, el hijo del mandatario, el diputado Eduardo Bolsonaro, exhortó a los «voluntarios” de los clubes de tiro a sumarse a la campaña y aseveró que «un pueblo que no está armado será esclavizado». Estas palabras, hacían prever durante la marcha del miércoles voces llamando a un “autogolpe”, como se viene alimentando desde sectores del Gobierno y a través de las redes sociales. Vale recordar que incluso EEUU pidió oficialmente garantizar la continuidad democrática. Hasta el momento de esta publicación, las movilizaciones se desarrollaban en paz y sin incidentes.
La agenda oficial de Bolsonaro en Brasilia para el Día de la Independencia (Joao VI de Portugal huyó de Lisboa tras la ocupación napoleónica y asentó su capital en Río de Janeiro, en 1808, y poco después, el 7 de septiembre de 1822, su hijo, Pedro I, decretó la independencia) incluyó un desfile militar (con un despliegue de aviones realizando maniobras por encima de las multitudes) y otro de máquinas agrícolas por parte de sus aliados del agronegocio. Para esta ocasión, Bolsonaro hizo llevar el corazón de Pedro I a Brasil. Más tarde, hubo otro desfile militar en Copacabana.
Respecto a los ruralistas, uno de los bastiones electorales de Bolsonaro, financiaron el despliegue de cientos de micros desde Minas Gerais, Goiás, Mato Grosso y la región amazónica, con destino a Brasilia, donde se realizaron los actos centrales.
Para dimensionar el carácter nacional e incluso electoral que el Gobierno le dio a su Bicentenario, vale señalar que no fueron invitados los mandatarios latinoamericanos (la gestión de Bolsonaro ha quedado prácticamente aislada en términos diplomáticos tras las disputas con Alberto Fernández, Gabriel Boric, Luis Arce, Pedro Castillo y Gustavo Petro), ni de EEUU o China. Solo se cursaron invitaciones a las autoridades de Portugal, Cabo Verde, Guinea Bissau, Angola y Mozambique.
Para evitar choques en las calles del país, Lula suspendió todos los actos y convocó a una contramarcha para este sábado. «Tenemos un candidato usurpando el 7 de septiembre para hacer algo personal. Trata el Día de la Independencia como si fuera algo suyo, cuando es la fiesta de 215 millones de brasileños«, había criticado el líder del PT.
De hecho, durante su discurso, el presidente atacó a Lula, lo calificó como “un gángster” y aseguró que “hay que extirpar a este tipo de personas de la vida pública”.
Finalmente, vale señalar que Brasil no tiene un sólo Día de la Independencia, sino varios, de acuerdo a la historia de cada una de sus regiones y según criterios ideológicos. Por ejemplo, en Salvador de Bahía el Bicentenario se festejará el año próximo, rememorando el 2 de julio de 1823, cuando las tropas nacionales vencieron a las de Portugal. Esta divergencia histórica e ideológica se ha acentuado en el marco de la campaña presidencial.