En abril de 2024, el expresidente de Uruguay José «Pepe» Mujica anunciaba que padecía cáncer de esófago, una noticia que conmovió a toda la región. Después de un riguroso tratamiento con 32 sesiones de radioterapia, el tumor inicialmente desapareció, dando lugar a esperanzas de recuperación. Sin embargo, recientes declaraciones del exmandatario revelaron un panorama más sombrío: el cáncer se ha extendido a otras partes de su cuerpo.
«El cáncer en el esófago me está colonizando el hígado. No lo paro con nada», confesó Mujica en una entrevista al semanario Búsqueda, acompañado por su esposa, Lucía Topolansky.
Consciente de sus limitaciones físicas, decidió no someterse a tratamientos adicionales: «Que me pichicateen y cuando me toque morir, me muero. Así de simple como te lo digo», expresó con la franqueza que lo caracteriza. Mujica, de casi 90 años, enfrenta esta etapa final de su vida con una mezcla de resignación y paz.
La ONU pidió «que no haya más represión» en Venezuela mientras Maduro «va por todo»
El ex jefe de Estado también aprovechó la entrevista para despedirse de sus compatriotas y su barra política. «El fundamento de la democracia es el respeto a los que piensan distinto. Por eso, le doy un abrazo a todos», afirmó, con lágrimas en los ojos, según detalla la crónica.
Mujica dejó claro que ya no participará en la política activa ni concederá entrevistas, subrayando que «el guerrero tiene derecho a su descanso».
En sus últimos meses, Mujica dedica su tiempo a trabajar en su chacra, donde organiza todo para las futuras generaciones. Incluso adquirió un tractor nuevo para facilitar las tareas agrícolas a quienes continúen su legado. «Estoy a cuatro meses de cumplir 90 años. Mirá la vida que he tenido. Es un desastre», reflexionó, con la ironía que siempre lo caracterizó.
El Movimiento de Participación Popular (MPP), fundado por Mujica, obtuvo una votación histórica en las últimas elecciones, algo que el expresidente considera un motivo de orgullo. Ahora, su mayor deseo es ser enterrado en su chacra, junto a su fiel perra Manuela, cerrando un capítulo de lucha, compromiso y humanidad que ha marcado la historia de Uruguay.
