Jean-Marie Le Pen, líder histórico de la extrema derecha francesa, falleció este martes a los 96 años, según confirmó su familia en las últimas horas. Estuvo hospitalizado varias semanas antes de su muerte rodeado de sus seres queridos. Su partida marca el fin de una era en la política francesa, donde destacó por su retórica polarizadora y su dura oposición a la inmigración y el multiculturalismo.
Figura controvertida, Le Pen provocó intensos debates con declaraciones como la negación del Holocausto, lo que le valió múltiples condenas legales y tensiones en sus alianzas políticas.
Aunque alcanzó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2002, su hija, Marine Le Pen, lo apartó del liderazgo del Frente Nacional en 2011. Rebautizó el partido como Agrupación Nacional para limpiar su imagen y lograr un mayor atractivo electoral, logrando avances significativos.
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Un hombre marcado por la guerra y la política
Nacido en 1928 en Bretaña, Le Pen perdió a su padre durante la Segunda Guerra Mundial cuando su barco chocó con una mina. Este evento lo marcó profundamente. Ansioso por acción, se ofreció como voluntario en las guerras coloniales de Indochina y Argelia. Más tarde, en 1956, se convirtió en el diputado más joven de Francia, pero siguió involucrándose en conflictos como la expedición militar al Canal de Suez. Su nostalgia por el imperio francés y su crítica al general Charles de Gaulle moldearon gran parte de su discurso político.
En 1972, cofundó el Frente Nacional (FN), inicialmente concebido como un partido “nacional, social y popular”. Sin embargo, los primeros años del partido fueron tumultuosos, con posturas abiertamente racistas y antisemitas que polarizaron a la sociedad francesa. A pesar de sus provocaciones, el FN logró un importante avance electoral en los años 80, ganando 35 escaños en el parlamento. No obstante, los cambios en el sistema electoral y las controversias personales afectaron su trayectoria política en las décadas siguientes.
A lo largo de su vida, Le Pen continuó haciendo declaraciones incendiarias, como minimizar el Holocausto al llamarlo un “detalle” de la historia. Este tipo de comentarios consolidaron su apodo de «Diablo de la República» y lo llevaron a enfrentarse repetidamente a la justicia. A pesar de su exclusión del FN en 2015, su legado marcó profundamente la política francesa, dejando una huella duradera en la extrema derecha y en la evolución del discurso político en Francia.