Por Matthew Tostevin, via Newsweek
Sin las protestas callejeras mundiales ni las disputas por la financiación en el Congreso, tres años de guerra en Myanmar han matado a unas 50.000 personas desde que el ejército tomó el poder en el país del sudeste asiático.
El Proyecto de Datos de Eventos y Ubicación de Conflictos Armados (ACLED) clasifica a Myanmar como la más violenta de las 50 guerras que monitorea en todo el mundo, y señala los cientos de pequeñas milicias que se han formado para luchar contra la junta desde el golpe de estado del 1° de febrero de 2021 contra el líder electo, Aung San Suu Kyi.
Más de 1.000 civiles muertos por la represión de la junta militar en Myanmar
El proyecto dijo a Newsweek que estima un número de muertos de al menos 47.000 en la violencia en Myanmar desde entonces, incluidos al menos 8.000 civiles, pero dice que esa cifra es conservadora y que el número total de muertos bien podría ser otros 12.000 más, incluidos 2.000 civiles más.
«El número de ataques militares a lo largo de los años ha sido masivo, pero ha habido una especie de aumento a medida que los rebeldes tomaron cada vez más territorio a finales de año», dijo Andrea Carboni, jefe de análisis de ACLED, en una entrevista.
El Ministerio de Información de Myanmar no respondió llamadas telefónicas en busca de comentarios.
Los combates en Myanmar se intensificaron a fines del año pasado cuando una alianza de grupos insurgentes logró importantes avances contra las fuerzas del líder de la junta Min Aung Hlaing, quien está bajo sanciones occidentales y obtiene armas principalmente de Rusia y China. Las Naciones Unidas dicen que unos 2,3 millones de personas han sido desplazadas por la guerra.
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A pesar del impacto humano, la guerra ha atraído mucha menos atención que Ucrania o Gaza, ya sea por parte de los gobiernos occidentales o de activistas y manifestantes.
Si bien el número de muertos reportado en Ucrania ha sido mayor que el de Myanmar desde la invasión a gran escala de Rusia en febrero de 2022, y los combates entre Israel y Hamás han sido más intensos desde que el ataque del grupo palestino contra Israel desencadenó la última ronda de conflicto allí el El 7 de octubre, la posición de Myanmar también hace que tenga menos interés estratégico para Estados Unidos y otras potencias occidentales que Europa o Oriente Medio.
RESISTENCIA
«El pueblo de Myanmar está exhausto y ya no busca en el exterior una solución a su problema inmediato. Se ha unido y ha continuado con su campaña de resistencia desde el interior del país. Esta es la única razón por la que podemos decir que todavía hay esperanza. , y son la razón de lo que parece un posible avance reciente en el debilitamiento del control militar en algunas partes del país», dijo a Newsweek Manny Maung, investigador de Myanmar de la organización sin fines de lucro Human Rights Watch.
«La economía de Myanmar está en ruinas y el ejército continúa cometiendo abusos contra los derechos humanos que incluyen asesinatos en masa, detenciones arbitrarias, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra. En lugar de sentir la presión de la comunidad internacional para detener sus abusos, la junta militar parece envalentonados para cometer violaciones de derechos humanos en curso», afirmó Maung.
Google Trends muestra cuánto menos interés ha habido en Myanmar en comparación con Gaza o Ucrania. Un índice de búsquedas mundiales durante el último mes para Ucrania varió entre 83 y 100 y para Gaza entre 30 y 46, pero para Myanmar fue efectivamente cero.
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El apoyo de Estados Unidos tanto a la guerra de Ucrania como a Israel se ha visto sometido a una presión interna cada vez mayor, y algunos críticos cuestionan el costo de la primera y otros la conducta de Israel en su ataque a la densamente poblada Franja de Gaza.
Los países occidentales han delegado en gran medida los esfuerzos diplomáticos sobre Myanmar al grupo regional de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, pero la junta ha desdeñado sus intentos de abordar la crisis.
«Myanmar es diabólicamente complejo y sus gobernantes no responden a propuestas diplomáticas más tradicionales y de otro tipo para entablar un diálogo», dijo a Newsweek Laetitia van den Assum, ex embajadora holandesa en Tailandia y Myanmar. «Puedes involucrarte con la junta, pero sólo si aceptas sus términos y abandonas los tuyos propios. Eso también explica su aislamiento».
Carboni, de ACLED, dijo que el riesgo de empeorar el conflicto había aumentado a medida que un ejército asediado se vio obligado a ponerse a la defensiva y se volvió cada vez más dependiente de los bombardeos y bombardeos.
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«Los ataques aéreos y los bombardeos suelen ser algunas de las formas más letales de violencia simplemente porque son mucho menos precisos y, por supuesto, a menudo ocurren en áreas pobladas o en aldeas controladas por los rebeldes, incluso solo para deprimir a las poblaciones y someterlas en lugar de derrotarlas. ellos en el campo», dijo.
El ejército de Myanmar tomó el poder después de que Suu Kyi, ahora de 78 años, derrotara a un partido promilitar en unas elecciones que calificó de irregulares. El golpe interrumpió un experimento tentativo con la democracia después de décadas de gobierno militar. La junta condenó a Suu Kyi por cargos por los que cumple penas de prisión combinadas de 27 años y que, según sus partidarios, fueron falsos.
Aunque el ejército prometió elecciones, ha extendido repetidamente el estado de emergencia al encontrarse bajo una creciente presión militar de enemigos, incluido un Gobierno de Unidad Nacional clandestino y sus Fuerzas de Defensa Popular, así como grupos de milicias étnicas.
Un mapa del conflicto de Myanmar mantenido por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, un grupo de expertos británico, muestra conflictos en casi todas las áreas pobladas.
«Nos comprometemos a persistir en nuestros esfuerzos revolucionarios, manteniendo una cooperación y colaboración inquebrantables con nuestras fuerzas revolucionarias aliadas», dijeron el Gobierno de Unidad Nacional y las fuerzas aliadas en un comunicado el miércoles.
Publicado en cooperación con Newsweek
