La ciudad de Río de Janeiro decidió utilizar sedantes de uso veterinario para los pacientes intubados de Covid-19, ante la escasez de estos insumos producto del récord de internados en terapia intensiva que necesitan ayuda mecánica desde febrero pasado en todo Brasil.
La situación es dramática en al menos 17 capitales de estados, según un relevamiento del diario O Estado de Sao Paulo, y los datos y advertencias sumaron hoy un nuevo capítulo tenebroso cuando el secretario de Salud de la ciudad de Río, Daniel Soranz, informó que insumos veterinarios serán usados para humanos.
En paralelo, además, familiares y entidades de enfermeros denunciaron que por falta de sedantes en varios lugares del país enfermos salen de la intubación sin sedantes y atados a sus camas, lo que provocó un escándalo.
«Están suspendidas las cirugías electivas (no urgentes) en la ciudad de Río y esto incluye las del centro veterinario. No tiene sentido seguir consumiendo ítems esenciales para intubación y para salud humana en unidades veterinarias. Usamos bloqueadores neuromusculares y sedantes para personas con Covid u otras enfermedades que necesitan intubación», aseguró Soranz en medio de las denuncias, en una conferencia de prensa.
Esta emergencia no es solo en Río. Para el Instituto Brasileño de las Organización Social de Salud, los insumos para intubación llegaron al «precolapso».
Por eso, la Cancillería del Gobierno de Jair Bolsonaro informó que el lunes llegará un avión con donaciones desde España con insumos para intubación y el Foro de Gobernadores de Brasil se reunió con la vicesecretaria general de la ONU, Amia Mohammed, para pedirle ayuda.
El resultado fue por demás positivo: la ONU se comprometió a enviar «cuatro millones de dosis a Brasil en abril» en el marco del plan Covax impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), e «intentará anticipar otras cuatro millones de dosis en mayo», según un comunicado difundido por la organización multilateral.
Las cifras del día dan cuenta del estado de gravedad: 3.305 muertos en las últimas 24 horas y 85.774 nuevos contagios, según datos oficiales del Consejo Nacional de las Secretarías de Salud. El balance total asciende a 368.749 víctimas fatales frente a 13.832.455 casos confirmados.
En este contexto, la ciudad de Río y el estado de San Pablo anunciaron una flexibilización de medidas debido a que se redujo la ocupación hospitalaria, que continúa en torno del 80%.
En San Pablo, la cuarentena pasó a fase roja de transición, con apertura de comercio por ocho horas y realización de cultos religiosos hasta el 2 de mayo. A partir del 24 comenzarán a funcionar hasta las 19 restaurantes, parques, clubes y gimnasios.
Las clases presenciales están liberadas pero actualmente el uso es prácticamente para comedores, mientras que se inició la vacunación de docentes.
San Pablo tiene 46 millones de habitantes y es el más afectado, con más de 85.000 muertos y actualmente tiene una ocupación hospitalaria del 85,3% en camas de UTI.
Río de Janeiro, por su parte, reabrió la actividad comercial y gastronómica, pero prohíbe permanecer en la playa y, así como el estado de San Pablo se mantiene el toque de queda nocturno.
La situación es tan dramática que el Ministerio de Salud federal le pidió hoy a las mujeres que no se embaracen ahora para evitar exponerse al riesgo de la pandemia de coronavirus.
En una conferencia de prensa, el secretario de Atención Primaria de la cartera sanitaria, Raphael Camara, pidió «si es posible, postergar un poco el embarazo» para tener una gestación «más tranquila».
Esta semana, la organización Médicos Sin Fronteras (MSF), presente en este país desde 1991, alertó que Brasil vive una «catástrofe humanitaria» y responsabilizó, principalmente, a «la falta de voluntad política» del Gobierno de Bolsonaro de implementar «una política clara y coordinada a nivel nacional para combatir la pandemia».
Lejos de escuchar este pedido, el mismo que la mayoría de los gobernadores y los intendentes de las zonas más afectadas hace hace meses, Bolsonaro volvió hoy a atacar a los dirigentes que impusieron cuarentenas, toques de queda y restricciones para intentar frenar la circulación del coronavirus.
«Hablando de excesos, algunos guardias municipales, algunos pocos policías de Brasil andan pegándole a quien está empujando un carrito de pochoclo para ganarse la vida», le dijo a sus seguidores para justificar su posición.
Bolsonaro está en el peor momento de popularidad de su mandato en medio de cuarentenas adoptadas por gobernadores, tanto oficialistas como opositores, a las que combate desde el inicio de la pandemia.
El presidente de Brasil sufrió un duro revés esta semana porque el Senado abrió una comisión investigadora sobre sus omisiones en la gestión de la pandemia.
Además, la corte suprema anuló las condenas que inhabilitaban al líder opositor y actual favorito en las encuestas, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien ayer dejó abierta la puerta a ser candidato para evitar una reelección de Bolsonaro.