Por Andrés Repetto
El mundo está en guerra. Detrás de la caída del régimen de Al-Asad se encuentran algunas de las claves para entender lo que está sucediendo y lo que podría llegar a pasar en 2025. ¿Por qué todos quieren quedarse con Siria?
Las imágenes provenientes de la ciudad de Damasco, la capital Siria, nos mostraron en las últimas semanas la caída de un régimen brutal que durante más de cincuenta años gobernó el país y que desde 2011 buscó mantenerse en el poder tal como sucedió en el pasado: a sangre y fuego. En esas ocasiones lo hizo con sus propias fuerzas, y luego con la ayuda de sus aliados en la región y potencias como Rusia.
Pero en los últimos años Siria se convirtió en mucho más que en un escenario de guerra civil. Fue el tablero de una guerra regional que, además, involucró a las principales potencias mundiales. Esta lucha, que generó el desplazamiento de millones de personas y la muerte de cientos de miles, dejó a la vista la importancia de esta pieza clave en el rompecabezas de Medio Oriente, del Mediterráneo y del mundo entero.
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Desde hace años el país no está gobernado por una sola facción. El territorio estuvo y está dividido por quienes luchan por mantener su zona de influencia; y esto sigue pasando, más allá de que ahora la guerra de imágenes busca mostrarnos a un hombre fuerte devenido por ahora en el nuevo líder sirio.
Todo está cambiando muy rápido sobre el terreno. Una noticia se impone sobre la otra. Las cárceles, liberadas. Hombres que como fantasmas salen de la oscuridad de una de las más temidas prisiones del mundo. Rezos multitudinarios antes prohibidos en mezquitas. Festejos en las calles por la caída del dictador Al-Assad. La alegría de los exiliados y emigrados que ante la noticia buscan regresar a su país.
Pero también están quienes temen por lo que vendrá con la llegada de Abu Mohamad al-Jolani, líder del grupo armado islamista Hyat Tahir al Sham, quien fue hasta hace pocos años miembro de la organización terrorista Al-Qaeda. Ahora sin turbante habla de respetar a todas las minorías y pide que lo llamen por su verdadero nombre, Ahmad al-Shareh.
Los nombres cambian. Los hombres que buscan mostrarse al frente del poder también. Pero lo que durante estos días se evidenció es que quienes están detrás de las facciones que en el terreno combaten y siguen buscando darle forma a su conveniencia para que “la pieza siria” se adapte al rompecabezas que mejor cierra a sus intereses.
Mientras Al-Jolani -ahora sin su nombre de guerra- da notas a los medios de prensa occidentales, en los que promete que no serán una amenaza, y se reúne con enviados de la ONU a Siria, las explosiones sacuden distintas regiones del país.
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Son los combates que lideran naciones como Israel, Turquía y los Estados Unidos, quienes en medio del polvo levantado por la caída del régimen de Al-Assad, aún no ven con claridad el horizonte. Mientras tanto, en las bases aéreas ocupadas por los rusos, así como en la flota que Moscú mantiene aún en el puerto sirio sobre el Mediterráneo, los movimientos no se detienen.
Cada uno de dichos países tiene un interés particular en Siria. Incluso contrapuestos. Pero la lista de pretendientes es extensa y compleja.
Las denominadas “Fuerzas Democráticas Sirias”, dirigidas por los kurdos apoyadas por los EEUU son, a su vez, atacadas por Turquía. Los kurdos, por su parte, combaten a los miembros que quedan del Estado Islámico, un grupo radical que llegó a gobernar grandes extensiones de territorio en Siria e Irak. EEUU, por el momento, mantiene tropas en Siria, posicionadas en el campo petrolero de Al-Omar, el más grande del país.
Israel es la nación que más ataques aéreos realizó sobre territorio sirio: cientos de operaciones fueron llevadas adelante con el objetivo de destruir la flota naval del antiguo régimen, como así también centros de posible desarrollo militar y las armas químicas, en el pasado utilizadas por el gobernante sirio contra su propio pueblo.
Pero las fuerzas israelíes no se detuvieron allí; ingresaron en territorio sirio y controlan ahora una zona que, de acuerdo a las Naciones Unidas, viola los acuerdos del fin de la guerra con Siria de 1974. Esta ocupación territorial israelí llevó a naciones como Rusia y Francia a pedirle a Israel que se retire.
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Las fuerzas israelíes, por su parte, advirtieron que todos sus movimientos de ataque y ocupación son para protegerse y evitar que esas armas caigan en manos de grupos radicales islámicos, una manera de proteger su territorio. A pocos días de acomodarse en el sillón del poder que controla desde Damasco, Al-Jolani (o Al-Shareh) afirmó que Israel debe dejar de utilizar excusas para atacar a su país.
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LAS RAZONES DE LA CAÍDA
El debilitamiento de Irán por su guerra directa con Israel; la ayuda a Rusia en su invasión a Ucrania; el movimiento Hezbolá muy golpeado por las fuerzas israelíes durante los meses de conflicto; y una Rusia que no llegó a tiempo con sus campañas de bombardeos por estar inmersa en la guerra en Europa pueden ser algunas de las respuestas a por qué cayó el Gobierno sirio.
Esto, sin contar el apoyo que los miembros liderados por el nuevo hombre fuerte de Siria recibió del extranjero, como así también la debilidad de un régimen que finalmente mostró sus pies de barro y los ataques recibidos durante todo este tiempo por parte de Israel, que busca debilitar a otro aliado del régimen que usaba a Siria como una extensión de su territorio: hablamos de Irán.
Todo esto nos deja el interrogante de si lo que viene en Siria será mejor a lo que ya estaba o, por el contrario, el poder que se geste sobre las ruinas de la dictadura de los Al-Assad será peor.
Los bombardeos que siguieron a la caída del régimen muestran las dudas y los temores de quienes quizás preferían mantener un status quo a afrontar una nueva realidad incierta.
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El nuevo poder que se presenta ante el mundo en Siria, si bien tiene un ADN claro, aún no tomó su forma definitiva, y es por esta razón que -por fuerza o por negociaciones- distintas naciones e intereses buscan moldear esta pieza clave en esa región.
Rusia, cuya embajada no fue atacada en Damasco, a diferencia de la de Irán, reconoció que está en contacto con las autoridades que ahora controlan Damasco. Los europeos, por su parte, afirmaron que la influencia rusa en Siria debe terminar si quieren establecer un diálogo con la Unión Europea.
Trump, que en sus primeras declaraciones sostuvo ante el avance rebelde que su país no tenía nada que hacer ahí. Olvidándose de todos los ataques que realizaron contra el Estado Islámico, los cientos de hombres estadounidenses en el terreno y que en el pasado fue él mismo quien dio la orden de matar a uno de los generales más importante de Irán en Siria), criticó a Turquía “haber tomado el poder en el país”, según su opinión.
QUIÉN SALE GANANDO
Los cambios están en marcha. Su velocidad nos puede entregar una primera y difusa visión sobre a quiénes pueden favorecer, pero no está clara su verdadera profundidad. Quizás sea porque un movimiento de cambio sucede y afecta al anterior, y hay que esperar la evolución de esa secuencia para poder ver cómo puede terminar todo.
En estos días, Irán buscó a través de su máxima figura política, militar y religiosa, el ayatolá Khamenei, minimizar el impacto de la caída de su antiguo aliado. Sin embargo, el líder de lo que quedó del Hezbolá reconoció desde el Líbano que habían perdido la ruta del suministro militar a través de Siria.
Este reconocimiento da cuenta del golpe que esto significa para Irán en su construcción y armado de enemigos cercanos a Israel, alimentados militarmente por el régimen teocrático. Pero también esos enemigos funcionan como círculos de escudos a su alrededor.
En estos meses de guerra en Medio Oriente ocurrieron situaciones que rompieron esta dinámica. Hamás atacó de forma masiva a Israel. Hezbolá salió en su ayuda ante la contraofensiva israelí, lo que los dejó muy debilitados y también dejó la Franja de Gaza en ruinas. A su vez, y quizás lo que mayores consecuencias conlleva para la región, por primera vez Tel Aviv y Teherán se enfrentaron de forma directa.
Y a todos estos cambios ahora se suma la caída del régimen de los Al-Assad en Siria.
LA GUERRA MUNDIAL
Los impactos regionales deben observarse desde una visión global, porque cada región hoy juega un rol en un conflicto mundial. Todo está conectado.
Lo que viene sucediendo en Siria va modificándose frente a nuestros ojos como si se tratara de un reality show. La nueva realidad del terremoto sirio puede llevar a un movimiento aún más grande en Medio Oriente, con consecuencias para el mundo entero. Aún no podemos dimensionar las repercusiones de cada réplica de este terremoto, pero Israel y Turquía parecieran ser quienes están buscando generar las mayores ganancias en este conflicto. Pero del lado opuesto está Irán.
¿Y qué significa eso? Todo sucede mientras Irán avanza en materia nuclear para su utilización con fines bélicos.
A esta altura, el mantra iraní sobre el destino pacífico de su enriquecimiento de uranio no es creíble. El enriquecimiento de uranio en las centrales atómicas puede ahora darle a Irán su bomba atómica. Si bien en el pasado las autoridades del país negaban esa posibilidad, ahora reconocen que es una alternativa. Saben que su construcción hoy podría ser la única manera de evitar la caída del régimen ante la eventualidad de un enfrentamiento militar en su contra.
Pero, como una profecía autocumplida, el terremoto provocado por la caída de los apoyos de Irán en la región y su avance hacia una bomba podrían provocar la próxima gran guerra en la región de Medio Oriente. Esto, a su vez, abre nuevos interrogantes.
¿Israel puede afrontar solo una guerra contra Irán? ¿Irán puede resistir solo? ¿Necesitarán de aliados, fuerzas adicionales, como ya se vio en los ejercicios de guerra que ambos llevaron adelante?
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En el pasado fue Donald Trump quien decidió dar por tierra con el acuerdo sellado por la administración Obama, la Unión Europea y Rusia para que Teherán entregara el uranio que tenía en su poder a cambio del levantamiento de sanciones.
Ante un Irán en camino hacia la bomba nuclear, Trump podría finalmente cortar la cabeza de la serpiente y atacar junto a Israel para destruir sus planes atómicos. Eso estuvo muy cerca de ocurrir en el pasado; hoy Irán está más débil. Pero es justamente esa debilidad la que podría llevarlo a marchar indefectiblemente hacia la búsqueda de un nuevo escudo protector nuclear. Y esa podría convertirse a su vez en la excusa final para que sus enemigos busquen la caída del régimen islámico.
En efecto, lo regional ya tiene implicaciones globales. En tiempos en los que el Kremlin debe negociar para lograr mantener su única salida al Mediterráneo, ¿abandonará a un aliado y proveedor de armas como Irán? Asimismo, cualquier implicación estadounidense en cualquier lugar del mudo donde Rusia tenga intereses siempre será motivo de escaladas y posibles enfrentamientos.
En momentos de gran convulsión mundial, donde todas las naciones buscan sacar ventaja, una sola pieza puede poner en riesgo la totalidad del rompecabezas.