Zarifa Ghafari, de 29 años, es la alcaldesa más joven de Afganistán. Con la llegada de los talibanes al poder, y sin haber podido huir, declaró: “Estoy sentada en casa esperando que vengan (los talibanes). No hay nadie que me ayude a mí ni a mi familia; vendrán por personas como yo y me matarán”.
La joven es alcaldesa, desde 2018, de Maidan Shar, una ciudad de 50,000 habitantes situada en Wardak, a unos 50 kilómetros de Kabul. En 2020, Ghafari recibió el Premio Internacional a la Mujer de Coraje, otorgado por Estados Unidos a mujeres con “logros extraordinarios”. El domingo, el medio británico Inews habló con ella y expresó:”Estoy sentada esperando a que vengan.
No hay nadie que me ayude a mí ni a mi familia. Solo estoy sentada con ellos y mi marido. Y vendrán por gente como yo y me matarán. No puedo dejar a mi familia. Y de todos modos, ¿a dónde iría?” Desde el sábado en Twitter ya había anunciado que estaba “lista para quedarse aquí hasta los últimos momentos de su vida”. Zarifa Ghafari ha sido objeto de amenazas de muerte e intentos de asesinato durante varios años.
En noviembre de 2020 su padre fue asesinado fuera de su casa, en Kabul, en aquel momento pensó que los talibanes eran responsables del asesinato como forma de presión para que renunciara como alcaldesa.
La situación que padece Zarifa Ghafari está causando reacciones internacionales, a medida que crece la preocupación por la situación de las mujeres en Afganistán. Este martes, las mujeres eran pocas en las calles de Kabul y los hombres habían cambiado sus ropas occidentales por el holgado atuendo tradicional afgano. El recelo y el miedo se respiran en un Afganistán bajo un nuevo régimen talibán, informó AFP.
Dos días después del regreso de los talibanes al poder, la vida cotidiana se reactivaba en la capital afgana y algunos se aventuraron a salir de sus casas, pero con mucha cautela, esto tras conocer hace dos décadas el régimen talibán donde las mujeres tenían prohibido trabajar y salir sin un acompañante masculino. Aquellas acusadas de adulterio eran azotadas y apedreadas hasta la muerte y las niñas no podían ir a la escuela.
Un portavoz de los insurgentes, Suhail Shaheen, dijo el lunes por la noche que las mujeres no deben temer: “Su derecho a la educación también está protegido”.
Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in collaboration with Newsweek