Uruguay se encuentra en estado de máxima alerta por las recientes amenazas de bomba a centros comerciales y establecimientos educativos, que tendrían al grupo ultraviolento 764 detrás.
En los últimos días, hubo alertas en tres centros comerciales, como también en la Universidad de la República (Udelar), donde las autoridades recibieron un mail que obligó a suspender las clases el miércoles.
El mensaje provenía de un remitente identificado como Marcos Barber, quien aseguraba ser parte del grupo 764, una temida organización internacional dedicada principalmente a la explotación infantil.
En el mail advirtió que iba a concurrir «armado con armas de fuego y cuchillos» para «cometer una masacre» en una de las facultades de la Udelar.
«Trataré de matar a la mayor cantidad de gente posible y luego me suicidaré. Además transmitiré la masacre en directo por TikTok. Ustedes me causaron dolor, yo se los devolveré aumentado», dice el texto, acompañado con armas de fuego y balas qué formaban el número 764.
A comienzos de marzo, el FBI emitió una advertencia sobre «un fuerte aumento en la actividad de ‘764’ y otras redes violentas en línea que operan en Estados Unidos y en todo el mundo».
La agencia estadounidense define a este grupo como «una red de extremistas violentos en línea que cometen delitos dentro de Estados Unidos y en el extranjero, con fines políticos, sociales o religiosos que se derivan principalmente del odio a la sociedad en general y del deseo de provocar su colapso sembrando el caos, la destrucción y la inestabilidad social de forma indiscriminada».
Estas redes «atacan y explotan metódicamente a menores y otras personas vulnerables» utilizando «amenazas, chantaje y manipulación para coaccionar o extorsionar a las víctimas para que produzcan, compartan o transmitan en vivo actos de autolesión, crueldad animal, actos sexualmente explícitos o suicidio», explicaron.
«Las grabaciones se difunden entre los miembros de la red para continuar extorsionando a las víctimas y ejercer control sobre ellas», agregó el FBI, apuntando que «las víctimas son vulnerables a la vergüenza, el acoso, la extorsión o la revictimización continua a largo plazo».