La reina Isabel II tipificó y redefinió la imagen de una monarca moderna durante su reinado de 70 años. Era conocida como una clienta de la alta costura más prolífica del mundo y se decía que había acumulado miles de vestidos en los almacenes del Palacio de Buckingham.
Nunca fue una víctima de la moda sino que Isabel entendió que su ropa era un uniforme asociado con su papel. Guiada por las manos expertas de sus diseñadores de mayor confianza, la monarca monarca británica creó una imagen auténtica pero idealizada de una reina que decía «tengo que ser vista para creerme».
Observadora del antiguo ideal de que la realeza nunca debe seguir modas ni establecerlas, sino siempre equilibrar las dos, el reinado de Isabel se puede rastrear a través de su estilo cambiante. De princesa en tiempos de guerra a la monarca con el reinado más largo en la historia británica, Isabel II fue una verdadera reina del estilo.
A lo largo de su infancia, la imagen visual de Isabel II estuvo indisolublemente unida a la de su hermana, la princesa Margarita. A la reina madre le gustaba vestir a sus hijas por igual, a pesar de la diferencia de edad de cuatro años.LISA SHERIDAN/ESTUDIO LISA/GETTY IMAGES
Desde su primera infancia, Isabel II vestía al estilo de una moda asociado a la clase alta de lucir a juego con sus hermanos. A pesar de que hubo cuatro años entre Isabel, nacida en 1926, y su hermana, la princesa Margarita, nacida en 1930, las dos usaron atuendos iguales casi hasta el final de la guerra.
A la reina madre le gustaba que sus hijas combinaran, en sus días más jóvenes con vestidos de algodón con estampado Liberty y, a medida que crecían, con vestidos de diseñadores londinenses como Norman Hartnell y Madame Handley-Seymour.
Margaret, en particular, odiaba este uniforme forzado y se separó tan pronto como pudo de los diseñadores de moda de París, como Christian Dior. Mientras que la reina Isabel II estaba menos preocupada por la moda y estaba perfectamente feliz usando algunos de los viejos vestidos de noche de su madre, modificados para adaptarse a la princesa de 18 años mientras aún se racionaba la ropa en Gran Bretaña.
La primera muestra de la verdadera libertad de la moda que disfrutó Isabel llegó en 1947 con una gira real por Sudáfrica. Aunque todavía solo se le permitía pedir ropa a diseñadores aprobados por su madre, Isabel adquirió un conjunto de vestidos del modista Norman Hartnell, quien la vestiría por el resto de su vida laboral.
FUROR POR EL VESTIDO DE NOVIA
ARCHIVO HULTON/IMÁGENES FALSAS
Cuando se anunció que Isabel estaba comprometida para casarse con el príncipe Felipe, las voces de moda de Londres especularon sobre quién haría el vestido de novia. La opción más obvia, y de hecho la que finalmente se seleccionó, fue Norman Hartnell.
Debido al racionamiento de ropa, personas de toda Gran Bretaña enviaron a Isabel sus propios cupones de ropa para que se pudiera hacer un vestido digno de una princesa. Al final, esto no fue necesario y Hartnell diseñó un vestido largo con detalles de adornos inspirados en una pintura de Botticelli.
LA REINA A LOS 25
Cuando el rey Jorge VI murió mientras Isabel estaba de gira por la Commonwealth, se convirtió en reina con solo 25 años. A su regreso, la joven monarca posó para una serie de fotografías con la fotógrafa Dorothy Wilding para establecer su imagen como reina.
En las fotografías, la nueva reina luce un vestido negro de Norman Hartnell y una tiara brillante. Sin embargo, había un problema con las fotografías, ya que los poderes decían que se veía demasiado joven, demasiado femenina y casi demasiado glamorosa. Entonces. se ordenó otra sesión y la nueva reina lució una diadema más masculina creada para el rey Jorge IV y la cinta de la orden de la liga.
Isabel se volvió muy consciente del poder que puede tener la vestimenta al presentar una imagen monárquica autoritaria.
ESPLENDOR DE LA CORONACIÓN
Si hasta ahora se había atribuido simbolismo y majestuosidad a su apariencia, era con la coronación cuando tendría que retratarse la imagen más importante hasta el momento.
LOS AÑOS SETENTA
Reacia a abandonar la cómoda silueta de la década de 1950, Isabel II modernizó su look pieza por pieza para alinearse con los ideales modernos de vestir. En la foto, en el Palacio de Buckingham con JFK y Jackie Kennedy, 1961.
BETTMANN A TRAVÉS DE GETTY IMAGES
En la era de Jackie Kennedy y Twiggy, Isabel no podía permanecer en la cómoda moda de la década de 1950 para siempre. Aunque nunca sucumbió a la moda mod de la minifalda, sí hizo un esfuerzo, a través de sus diseñadores, por estilizar su silueta y reducir los adornos voluminosos de sus vestidos.
Madre de cuatro hijos a fines de la década de 1960, la monarquía se vio obligada a entrar en un período de modernización y Elizabeth era el público que enfrentaba la evidencia de ese cambio.
En el momento del Jubileo de Plata en 1977, la monarquía y su reina habían cambiado drásticamente durante 25 años.
Con poco más de cincuenta años, Isabel todavía dependía en gran medida de los diseñadores y fotógrafos que habían dado forma a su imagen al comienzo de su reinado, como Hartnell, Hardy Amies y Cecil Beaton. Fue un momento incómodo en términos de la imagen de Isabel ya que estos hombres mayores, con la excepción de Amies, abandonaron su trabajo profesional y dejaron a la reina buscando ayuda en otra parte para sus necesidades de vestuario.
A medida que la década de 2000 supuso un gran cambio para Isabel II, su estilo maduró hasta convertirse en un uniforme elegante, cómodo pero reconocible al instante. 25 de diciembre de 2008. IMÁGENES DE CHRIS JACKSON/GETTY
El mayor cambio en el reinado de Isabel se produjo en 2002 con la muerte de su madre y su hermana. Ahora, ya sin presiones de hijas o hermanas, la reina redefinió su reinado e imagen con una sensación de libertad nacida de la tragedia de sus pérdidas.
Trabajando con su nueva modista, Angela Kelly, el estilo de Isabel evolucionó una vez más en una forma clásica de uniforme de vestido de día y abrigo, pero en colores divertidos y estampados de cachemira, que se remontan a los vestidos con estampado Liberty de su infancia.
Para vestir de noche, el blanco siempre fue el color preferido y, a medida que avanzaba la década de 2000, los vestidos de estado tomaron la forma de una silueta de pilar, halagando a una dama mayor.
Quizás el legado de estilo más perdurable que ha dejado Isabel II, aparte de los vestidos de gran ocasión, es el guardarropa de arcoíris que adoptó en las décadas de 2010 y 2020.
A menudo combinando el color de sus paraguas con sus vestidos de colores, Isabel forjó una identidad que la hizo reconocible al instante, ya sea que estuviera en una multitud de un millón de personas o simplemente en una habitación de 10.
Hasta su última aparición pública, Isabel encarnó el estilo divertido y funcional de una persona que, más que ninguna otra, vivió su vida oficial a través del lente de la moda.
Publicado en colaboración con Newsweek Internacional
