Por Gabriel Michi
Ni los miles de millones de dólares que conforman su fortuna pudieron cambiar el letal destino de una de las mujeres más ricas del Mundo. Un tribunal de Vietnam acaba de condenar a la pena de muerte a la magnate inmobiliario Truong My Lan. La acusan de haber tenido un rol clave en un gigantesco fraude financiero que se convirtió en la mayor estafa jamás registrada en la Historia de ese país. Lan era presidenta del promotor inmobiliario Van Thinh Phat Holdings Group y fue declarada culpable de «malversación de fondos», «soborno» y «violaciones de las normas bancarias».
Así, en ese edificio colonial del palacio de Justicia en la ciudad de Ho Chi Minh, esta empresaria inmobiliaria de 67 años fue sentenciada a la pena capital, algo inusual entre mujeres y mucho menos por delitos de «guante blanco».
La acusan de liderar una maquinaria que durante más de 11 años saqueó uno de los bancos más grandes del país, al solicitar préstamos por valor de 44.000 millones de dólares del Saigon Commercial Bank, el equivalente al 11% del PBI que Vietnam registró en 2023.
Más allá de condenarla a la inyección letal, el veredicto también le exige que devuelva unos 27.000 millones de dólares (equiparable al 6% del PBI vietnamita), una suma que, según los fiscales, tal vez nunca se recupere. Hay quienes especulan que el fantasma de una ejecución al acecho puedan llevar a que la empresaria se asuste y decida devolver parte de lo estafado.
En un juicio casi relámpago -comenzó el 5 de marzo y terminó el 11 de abril, mucho antes de lo que se estimaba- fueron citadas a declarar unas 2.700 personas, mientras que 10 fiscales estatales y alrededor de 200 abogados estuvieron involucrados. Lo que se dice, un mega juicio, en el que la multimillonaria recibió la pena más dura -que apelará-, mientras que otros de los 84 acusados lograron desde salir en libertad condicional (por recibir sentencias menores a 3 años) hasta cadena perpetua. Pero todos fueron condenados aunque dentro de ese abanico bien diferenciado.
Lan recibió la pena capital por el cargo de «malversación de fondos» y a 20 años por los otros dos cargos de «soborno» y «violaciones de las regulaciones bancarias». Entre los otros condenados se encuentran el marido de Lan, Eric Chu, un empresario de Hong Kong, que fue sentenciado a nueve años de cárcel, y su sobrina, que recibió 17 años.
Este proceso se enmarca dentro de una férrea campaña contra la corrupción, conocida como «Hornos Ardientes», con la que el líder del gobernante Partido Comunista, Nguyen Phu Trong, ha prometido durante años acabar con ella. Este hombre, un ideólogo conservador marxista, está convencido de que la ira popular por la corrupción endémica de Vietnam plantea una amenaza existencial al monopolio del poder del Partido Comunista. Y, frente a eso, comenzó una campaña implacable en 2016, cuando se quedó con la conducción del Partido.
Por «Hornos Ardiente» dos presidentes y dos viceprimeros ministros fueron obligados a dimitir y cientos de funcionarios fueron sancionados o encarcelados. Ahora una de las mujeres más ricas del país se ha unido a sus filas, con la posibilidad concreta de ser ejecutada. De hecho, si bien Vietnam impone la pena de muerte principalmente por delitos violentos, lo ha hecho extensivo también a determinados delitos económicos. En los últimos años ha ejecutado a cientos de condenados, principalmente usando la inyección letal.
Truong My Lan comenzó su trayectoria económica como comerciante de cosméticos en el mercado central de la ciudad de Ho Chi Minh (ex Saigón), ayudando a su madre. Ambas provienen de una familia chino-vietnamita. Con los años, más precisamente en 1992, esta empresaria fundó su compañía inmobiliaria Van Thinh Phat. Fue cuando comenzó a comprar tierras y propiedades después de que el Partido Comunista inició un período de reforma económica, conocido como «Doi Moi», en 1986. Así logró, en la década de 1990, constituirse en propietaria de una gran cartera de hoteles y restaurantes. Si bien Vietnam es más conocido por su sector manufacturero de rápido crecimiento, como cadena de suministro alternativa a China, la mayoría de los vietnamitas ricos ganaron dinero desarrollando y especulando en el mercado de las propiedades.
Ahora, junto a sus cómplices, Truong My Lan fue declarada culpable de desviar miles de millones de dólares del Saigon Joint Stock Commercial Bank (SCB), que controlaba efectivamente a través de docenas de representantes a pesar de las reglas que limitaban estrictamente las grandes participaciones en prestamistas.
Según los investigadores, desde principios de 2018 hasta octubre de 2022, cuando el Estado rescató a SCB después de una corrida de sus depósitos provocada por el arresto de Lan, ella se apropió de grandes sumas mediante la concesión de préstamos ilegales a empresas fantasmas.
Eso agrava aún más la situación de la empresaria porque también implica un daño al Estado. De hecho, en los argumentos de la acusación se señaló: «Las acciones de la acusada no sólo violan los derechos de gestión de propiedad de individuos y organizaciones, sino que también ponen a SCB bajo escrutinio, erosionando la confianza de la gente en el liderazgo del Partido y del Estado».
La empresaria también fue declarada culpable de haber sobornado a funcionarios para persuadir a las autoridades de que miraran hacia otro lado frente a las irregularidades y en esa mecánica se incluyó el pago de 5,2 millones de dólares a un inspector de alto rango del Banco Central, Do Thi Nhan, quien fue sentenciado a cadena perpetua. Pero la peor parte de este «Horno Ardiente», se la llevó esta mujer a la que ni los miles de millones de dólares de su riqueza pudieron salvar. Al contrario, es esa fortuna la que parece haberla llevado a su peor pesadilla. A su condena letal. Ni más, ni menos.
Publicado en cooperación con MundoNews