Apenas dos días después de confirmar que competirá por su reelección en 2024, el presidente de los EEUU, Joe Biden, recibió un duro revés en la Cámara de Representantes, ahora bajo el control republicano.
Aunque los diputados opositores aprobaron el proyecto para subir el techo de la deuda pública, lo que evita un colapso financiero para el país por un potencial ingreso en default, le imponen al Ejecutivo importantes recortes en el gasto para la próxima década, lo que podría limitar su campo de acción en este y en el siguiente período. El nuevo techo para la deuda es de US$ 31,4 billones.
La votación quedó en manos de los republicanos por 217 votos contra 215, como resultado del reacomodamiento de bancas tras las elecciones de medio término de 2022, en las que los opositores se quedaron con la Cámara de Representantes y designaron como presidente a Kevin McCarthy.
Sin embargo, Biden logró frenar la “ola roja” y se quedó con el Senado, que claramente no aprobará esta embestida republicana, que tiene serios problemas internos para definir candidato para el año próximo, con Trump siendo el favorito para las primarias, pero afrontando graves cargos penales que lo alejarían de una victoria en las generales.
EEUU: Biden pidió al Congreso más impuestos a los ricos y más deuda para evitar un default
Ahora el presidente deberá sentarse a negociar con la oposición para que le aprueben el nuevo techo de deuda, pero sin condicionamientos. Y los tiempos apremian.
En mayo el Departamento del Tesoro podría quedarse sin formas de pagar sus cuentas si no se aprueba esta ampliación, lo que dejaría paralizado al Gobierno. Ya ocurrió algo similar en 2011: la suba del techo se estancó en debates parlamentarios, se generó un impago y las calificadoras castigaron al país, lo que incrementó el costo de los créditos, y eso, a su vez, golpeó a la economía en general.
Tras la votación, McCarthy afirmó: “Hemos hecho nuestro trabajo. Los republicanos han aumentado el límite de la deuda. Ustedes no. Tampoco Schumer”. Se refería a Chuck Schumer, referente demócrata en el Senado.
Esta nueva etapa de negociaciones apresuradas no solo abre un panorama complejo para Biden, sino también para el propio McCarthy, que es quien tiene que sentarse a negociar. El problema es que dentro del armado republicano hay posiciones muy dispares, y los sectores más extremos, vinculados a Trump (como el MAGA), no quieren ceder ni un ápice ante el Gobierno, aunque eso le cueste caro al país. Y nadie quiere perder apoyos internos en tiempos electorales.
El proyecto republicano dispone un aumento de endeudamiento en 1,5 billones de dólares o hasta el 31 de marzo de 2024, para tener margen de ambas partes para negociar mejor, y luego resolver la cuestión más cerca de las elecciones, con un panorama político más claro. Pero, a su vez, recortaría el gasto a los niveles de 2022, con un crecimiento límite del 1%, lo cual implicaría eliminar planes sociales y los subsidios a la energía limpia.
Biden ya avisó que no lo aprobará. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, aseveró: “El presidente Biden nunca obligará a la clase media y a las familias trabajadoras a soportar la carga de los recortes de impuestos para los más ricos, como lo hace este proyecto de ley. El presidente ha dejado en claro que este proyecto no tiene posibilidades de convertirse en ley». Asimismo, Schumer allegó que el proyecto estaba “muerto al llegar”, amenazando al país con un incumplimiento histórico de sus compromisos.