La semana pasada, en una videoconferencia con jóvenes católicos rusos, el Papa Francisco les habló de los emperadores Pedro I y Catalina II, monarcas que expandieron el territorio ruso y que son el modelo de referencia de Vladimir Putin, y les dijo que ellos son herederos de ese “gran imperio ruso”.
Desde luego, las palabras del Sumo Pontífice no fueron bien recibidas por parte de Ucrania, que desde febrero de 2022 sufre una invasión rusa sobre más de 15% de su territorio y que incluso ya anexó cuatro regiones, además de Crimea, anexionada en 2014. Por el contrario, fueron leídas como un aval del Papa a las políticas expansionistas y al imperialismo, y hasta el Kremlin las celebró.
Por eso, este lunes, durante el vuelo de regreso a Roma tras su visita a Mongolia, Francisco debió aclarar aquellas palabras.
Consultado por los periodistas, el líder religioso argentino admitió que sus dichos no fueron tan claros como él hubiera querido y que, de hecho, estuvieron mal expresados, ya que su apreciación no era “política”, sino “cultural”.
«No estaba pensando en el imperialismo cuando dije eso», sostuvo Francisco, y agregó: “Quizá no fue la mejor manera de decirlo, pero al hablar de la gran Rusia, pensaba no tanto geográficamente como culturalmente». Incluso aseguró que estaba pensando en el escritor ruso Fiódor Dostoievski, uno de sus autores favoritos.
En ese sentido, añadió: “Fue un comentario improvisado que me vino a la mente porque lo estudié (la historia rusa) en la escuela. La cultura rusa es muy bella y profunda. No debería cancelarse por problemas políticos. Hubo años políticos oscuros en Rusia, pero el patrimonio está ahí, a disposición de todos».
Durante este viaje, el Papa fue consultado también sobre China, país aliado de Rusia y que, además, estaba en el trasfondo de su visita a Mongolia. El Vaticano mantiene una tensa relación con el «gigante asiático» que, a pesar de su apertura económica al capitalismo, todavía tiene fuertes restricciones religiosas.
Reflexiones en el Vaticano: un diálogo mano a mano con el Papa Francisco
En la misa del último domingo, en Mongolia, Francisco aseguró que el pueblo chino es “noble” y pidió a los católicos allí ser «buenos cristianos y buenos ciudadanos».
Ante las preguntas de la prensa, concluyó: «Creo que tenemos que avanzar en el aspecto religioso para entendernos mejor, para que los ciudadanos chinos no piensen que la Iglesia no acepta su cultura y sus valores y (no piensen) que la Iglesia representa a otra potencia extranjera. Las relaciones con China son muy respetuosas. Personalmente siento una gran admiración por el pueblo chino».