El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, junto a sus asesores en política exterior, diseñó una estrategia para poner fin al conflicto entre Ucrania y Rusia. La propuesta central es un cese del fuego de 30 días, tiempo en el que buscará presionar a Volodimir Zelenski y Vladimir Putin para alcanzar un acuerdo diplomático que ponga fin a las hostilidades.
Uno de los actores clave en este proceso es Steve Witkoff, quien mantuvo una extensa reunión de tres horas con Putin en el Kremlin. El enviado especial describió a Trump las exigencias del líder ruso para acordar la paz. Entre ellas, Rusia demanda que Ucrania no se sume a la OTAN, la retirada de tropas ucranianas de Kurst, y el cese del envío de armamento e inteligencia por parte de Estados Unidos y sus aliados.
Estas condiciones fueron analizadas en detalle en Mar-a-Lago, donde Trump busca definir su estrategia antes de entablar un diálogo directo con el Kremlin.
Mientras tanto, Marco Rubio, secretario de Estado, se mantiene en contacto con Sergei Lavrov, canciller ruso y principal negociador de Putin. Durante una reciente llamada telefónica, Lavrov reiteró que Moscú solo aceptará una tregua de 30 días si se abre una negociación sobre sus demandas territoriales y militares. Este punto genera tensiones con los aliados europeos de Ucrania, quienes rechazan ceder territorios ocupados y continúan respaldando militarmente a Kyiv.
Por su parte, Mike Waltz, consejero de Seguridad Nacional, mantiene conversaciones con representantes de Ucrania y Rusia para intentar destrabar el conflicto. Su misión es compleja, ya que las demandas de Putin chocan con la postura de líderes europeos como Emmanuel Macron y Keir Starmer, quienes insisten en garantizar la seguridad ucraniana con tropas de paz y en mantener el suministro de armamento. Estas diferencias colocan a Trump en un escenario diplomático difícil, con un resultado incierto.
Pese a la resistencia de Europa, Trump desplegará a sus principales asesores para que negocien con Ucrania, Rusia y la OTAN un mínimo marco de acuerdo que permita anunciar un alto al fuego temporal.
Mientras tanto, el presidente confía en que una conversación directa con Putin pueda destrabar los puntos más conflictivos y acercar posiciones. La Casa Blanca observa con cautela el desarrollo de estas gestiones, conscientes de que cualquier paso en falso puede alterar el delicado equilibrio geopolítico.
Fuentes en Washington y Mar-a-Lago aseguran que Trump y Putin podrían dialogar antes de que termine la semana. El éxito o fracaso de esta estrategia no solo determinará el futuro de la guerra en Europa del Este, sino que también marcará el rol de Estados Unidos en el tablero internacional durante los próximos meses.
