A pocos días de asumir como presidente de los Estados Unidos, Donald Trump intensificó la presión sobre Israel y Hamas para alcanzar un cese al fuego que facilite la liberación de los rehenes en Gaza.
El mandatario electo aspira a convertir su discurso inaugural, programado para el próximo 20 de enero en el Capitolio, en un evento sin precedentes. Este anuncio, que incluiría la tregua y la liberación de cautivos, sería la primera jugada estratégica de su nuevo mandato, marcando un inicio que desea sea recordado como un hito en la política mundial.
Tras los pasos de Reagan
La estrategia de Trump sigue el ejemplo del expresidente norteamericano Ronald Reagan, quien logró la liberación de rehenes en Irán al inicio de su presidencia.
Asumió en la Casa Blanca el 20 de enero de 1981, y uno de los momentos más simbólicos de su llegada al poder fue la liberación de 52 rehenes estadounidenses retenidos en la Embajada de Estados Unidos en Teherán, Irán.
Estos ciudadanos habían sido capturados el 4 de noviembre de 1979 durante la Revolución Islámica, en un asalto liderado por militantes estudiantiles iraníes que exigían la extradición del Sha Mohammad Reza Pahlavi, quien se encontraba en Estados Unidos recibiendo tratamiento médico.
La crisis de los rehenes, que duró 444 días, se convirtió en un tema central en la política estadounidense durante la administración de Jimmy Carter, debilitando significativamente su mandato. A pesar de los esfuerzos de Carter para negociar su liberación, las tensiones con Irán dificultaron un acuerdo.
La liberación coincidió con la toma de posesión de Reagan, lo que llevó a muchos a interpretar el hecho como una victoria diplomática atribuida al nuevo presidente.
Reagan utilizó el evento para proyectar una imagen de fortaleza desde el inicio de su presidencia. Su retórica firme y su posicionamiento como defensor de los intereses estadounidenses en el extranjero contribuyeron a consolidar su figura como un líder decidido, aunque la liberación fue el resultado de meses de arduas negociaciones previas.
Este episodio marcó un precedente simbólico que ha sido recordado en momentos de tensiones internacionales similares, como el enfoque que Donald Trump pretende emular en la liberación de los rehenes en Gaza.
Para ello, Trump se ha apoyado en Qatar como mediador clave entre Israel y Hamas, utilizando su cercanía con Benjamín Netanyahu y el emir qatarí Tamim bin Hamad Al Thani. Este complejo entramado diplomático cuenta también con el respaldo de Joe Biden, quien en el ocaso de su administración alineó sus esfuerzos con los de su sucesor.
Aunque las bases de la tregua proponen una duración de sesenta días divididos en tres fases, las negociaciones enfrentan serios obstáculos. Hamas se niega a proporcionar una lista completa de los rehenes, alegando que algunos no están bajo su control.
Por su parte, Israel exige claridad sobre los cautivos, diferenciando entre vivos y fallecidos. Además, el intercambio de prisioneros palestinos y el control de corredores estratégicos en Gaza siguen siendo puntos críticos que dificultan el avance de las conversaciones.
Desde Doha, los representantes de ambas partes, junto con enviados de Trump y Biden, buscan cerrar un acuerdo antes del 20 de enero. Entre las condiciones más polémicas, Hamas insiste en la retirada total de las Fuerzas de Defensa de Israel de Gaza, mientras que Netanyahu solo está dispuesto a reducir su presencia en ciertos corredores clave.
