El viernes pasado, mientras Vladimir Putin celebraba en Moscú la anexión de cuatro regiones ucranianas a Rusia, las tropas de Ucrania avanzaban sobre la región de Donesk, una de ellas, y cercaba a la ciudad de Lyman, el mayor centro logístico de las fuerzas rusas en la zona.
Este domingo, el Gobierno de Ucrania confirmó haber despejado totalmente este bastión, en lo que sería la mayor derrota rusa desde que inició su “operación militar especial”, a fines de febrero.
«A partir de las 12.30 (09.30 GMT), Lyman está totalmente despejada», aseguró en un breve video el presidente ucraniano Volodímir Zelenski , y exclamó: «Gracias a nuestras tropas. ¡Gloria a Ucrania!».
Por su parte, el Ministerio de Defensa de Rusia admitió la retirada de sus tropas de la ciudad y la destrucción de siete depósitos de artillería y misiles como parte de su repliegue. Allí habían instalado su mayor centro de logística y transporte en Donesk, lo que pone a esa región al borde de la recuperación, más allá de que Moscú asegure que ha sido anexada a la Federación Rusa tras el triunfo de los separatistas en un referéndum que no está siendo reconocido internacionalmente.
Lyman es clave por su infraestructura y su ubicación, desde donde se puede controlar una carretera sobre el río Siverskyi Donets, que hasta ahora ha sido el margen sobre el que Rusia ha establecido la defensa de su avanzada. Si las tropas ucranianas logran cruzar el río, podría ser cuestión de días para empujar a los hombres rusos hacia la frontera.
Mientras tanto, Moscú sigue preparando de manera acelerada a los reservistas convocados, con los que busca reforzar el frente y poner en marcha una nueva etapa en su invasión. La reciente anexión formal de esos territorios habilitaría a Putin a utilizar armas nucleares para “defender territorio ruso”, aunque eso signifique un abierto desafío a EEUU y la OTAN, que prometieron responder si eso sucediera.