Richard Blanco Cabrera, diputado venezolano exiliado en Argentina, conversó esta mañana con Ari Paluch en Radio Rivadavia y precisó que vive en nuestro país «hace tres años y ocho meses». «Entré en calidad de refugiado, primero ingresé a la Embajada argentina en Caracas, luego me retiré de forma espontánea de la Embajada y crucé la frontera colombo- venezolana para ser recibido en Colombia. Pasé dos semanas allí, nuevamente en la Embajada argentina y finalmente, llegué a esta tierra bendita».
Al ser consultado acerca si podría haber hecho ese trayecto con las gestiones actuales en Argentina y en Colombia, el entrevistado no dudó y afirmó que «hubiese sido imposible» a raíz de «la amistad que Argentina tiene con el sátrapa, delincuente y líder de la corporación criminal en Venezuela» en referencia al presidente de ese país, Nicolás Maduro».
En ese contexto, se refirió nuevamente a su situación personal y contó que «en el 2009 estuve preso un año en Caracas en una cárcel común» y detalló que «estar preso significa estar encerrado, vigilado, sin recibir visitas de ningún tipo. Solamente mi pareja de ese momento podía venir, de vez en cuando, a traerme el cambio de ropa, a llevarme cierta comida».
Por lo tanto, sostuvo que «es una situación verdaderamente desagradable» e hizo hincapié en que se trató de «un hacinamiento total» y agregó que todos los demás presos «eran delincuentes comunes». «Recién a los tres meses de estar yo ahí, entraron otros presos políticos».
Sobre el delito que se le imputó, indicó que «son muchísimos, como veinte, por ejemplo, instigación a delinquir, pero sabemos que son delitos de los que se acusa a los ciudadanos que discrepan con el poder». «Fui condenado a cincuenta años, pero logré salir al año porque se hizo una gran movilización en el país y esto le generó pánico a (Hugo) Chávez«, explicó y recalcó que «esto fue en el 2009 y había elecciones parlamentarias a final de ese año». «Y casualmente fui el único diputado electo en Caracas que sacó la mayoría de los votos», destacó.
Sin quedarse callado, subrayó que mientras estuvo preso «fui sometido a tortura, a aislamiento, a vejámenes» y añadió que «cuando llegué a Argentina hablé con mi mamá a las nueve de la noche y a las cuatro horas me llamaron para informarme que mi mamá había muerto de un infarto» e indicó que situaciones así «le han ocurrido a más de ocho millones de personas».
Respecto a si «en Caracas y en las afueras de la ciudad capital, hay 20 centros de tortura clandestinos, como señala el informe de Bachelet ante la ONU», el diputado confirmó ese número y sumó que «existen más de 18.000 grupos armados denominados ‘colectivos’ que aterrorizan a la disidencia en el país».
Acerca de cómo puede salir adelante Venezuela, dejó en claro que «nosotros no queremos que por ejemplo, Estados Unidos bombardee nuestro país porque sería aun peor» y destacó que «hoy los ciudadanos están movilizados en conmemoración a la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, protestando». En ese sentido, remarcó que «la gente está indignada y molesta».
Para concluir, sin dudar, recordó que «la comunidad internacional se ha demorado e incluso se ha portado mal con nosotros, pero los estados americanos se han pronunciado y la Corte internacional Penal se halla en plenas investigaciones porque Nicolás Maduro está acusado de cometer delitos de lesa humanidad«.