En un verdadero cambio de paradigma, el Gobierno de Xi Jinping en China dejó atrás su férrea política de “cero Covid” tras las masivas e históricas manifestaciones contra tres años de estricto aislamiento y restricciones.
Pero las necesidades políticas y económicas (se prevé una caída del PIB para 2023) chocan contra la realidad epidemiológica: China registra semana tras semanas cifras récord de contagios. Y, si bien es cierto que las vacunas han morigerado el impacto de este brote, preocupa la baja tasa de protección de la población, lo que podría poner en riesgo el sistema sanitario e incrementar la mortalidad, si se liberan las restricciones de acuerdo a lo anunciado.
Según la Organización Mundial de la Salud, unos 1.400 millones de habitantes de China no estén suficientemente vacunados (la tasa es del 90%) y EEUU se ha ofrecido a ayudar a China a hacer frente a un aumento de las infecciones. Hasta el momento, el gigante asiático se ha venido negando, confiando en sus propias vacunas, las cuales ofrecen una menor protección.
El director de emergencias de la OMS, Mike Ryan, señaló que los contagios se estaban disparando a ritmo exponencial. “En estos momentos se dice que China levantó las restricciones y de repente la enfermedad está fuera de control. La enfermedad se estaba extendiendo intensamente porque creo que las medidas de control en sí mismas no estaban deteniendo la enfermedad».
El problema, señala, es que la decisión de China de aislarse del mundo desde la aparición del virus en Wuhan a finales de 2019 es que no le permitió a su población generar la esperada “inmunidad de rebaño”, al tiempo que hay un déficit de vacunación, especialmente entre los ancianos, principal grupo de riesgo. En la semana circularon videos caseros de pacientes conectados a goteros en las puertas de los hospitales.
“Más de un millón de personas podría morir en los próximos meses”, advierte por su parte Eurasia Group, y responsabiliza por eso a las autoridades, que han tomado la decisión de abrir en el peor momento. Pero otros análisis hablan incluso de hasta 2 millones de víctimas potenciales.
El 14 de diciembre, China informó que hubo 2.000 nuevos casos, frente a los 2.291 del día anterior. Pero esta cifra no puede usarse como referencia, ya que la cantidad de testeos se redujo. En estos casi tres años de pandemia, el país registró poco más de 5.000 muertos por Covid, cifra insignificante en comparación con el resto del mundo.
Este miércoles, Pekín anunció que se pondrá en marcha la aplicación masiva de la segunda dosis de refuerzo de las vacunas, con foco en la población de mayores de 60 años y los grupos de alto riesgo.
En ese sentido, el vocero de Comisión Nacional de Salud, Mi Feng, aseguró que se necesita reforzar fuertemente las campañas de promoción, pese a que la gente se está vacunando, ya sea por temor o por conciencia. El martes se aplicaron 1,43 millones de vacunas, muy por encima de los números de noviembre, cuando se aplicaban menos de 300.000 por día.
Como se afirmaba, China ha negado hasta el momento la inoculación de vacunas occidentales, e incluso las Sputnik rusas. El único tratamiento extranjero aprobado es el Paxlovid, de Pfizer, pero solo está disponible en unos pocos hospitales para pacientes de muy alto riesgo.