En menos de dos semanas, Cuba sufrió tres grandes apagones, uno de los cuales dejó sin electricidad a la mitad de la isla. Se trata de una nueva ola de cortes de energía, luego del paso del huracán Ian, que destruyó parte de la infraestructura eléctrica en septiembre de 2022, provocando un corte de luz que se extendió en muchos casos hasta diciembre.
De acuerdo a la televisión estatal cubana, este martes se registró el tercero en algo más de una semana, dejando a varias provincias del centro y el este sin suministro. Más de 700 kilómetros abarcó este corte, que se extendió desde Cienfuegos hasta Guantánamo.
Las autoridades aseguran que «se investigan las causas de lo sucedido», pero fuentes independientes sostienen que este escenario era más que previsible, ya que el consumo de energía en enero y febrero había disminuido por la baja de las temperaturas.
En diálogo con Darío Lopérfido, columnista destacado de Newsweek Argentina, la periodista cubana Yoani Sánchez había anticipado que esto podría suceder. “Los apagones o cortes eléctricos fueron especialmente duros a lo largo del verano pasado, y vinieron a aliviarse en diciembre. Pero todo indica que ese ‘alivio’ no está dado por el mantenimiento o la recuperación del sistema eléctrico nacional, sino que, al bajar la temperatura, también bajó la demanda del sector residencial, ya que en las casas de utilizan menos los aparatos de climatización, los ventiladores, que fueron muy necesarios en septiembre y octubre para poder estar en los hogares”, explicó la reportera.
Y había agregado: “De hecho, el propio Gobierno admitió que habrá más cortes en los próximos meses. Al caer la demanda se pudieron frenar los apagones, pero ya se anunció que a finales de este mes y en febrero volverán los cortes eléctricos. Esto se debe a que varias termoeléctricas tienen urgencia de parar para poder hacer reparaciones, y esto traerá de vuelta estos molestos cortes”.
Cuba tiene unos 11 millones de habitantes, y buena parte de ella ve completamente trastocada su vida cotidiana como consecuencia de estos cortes, que potencian el descontento social. “No solo implica que no se pueda encender un ventilador o que no haya luz en las casas, sino que pone de cabeza toda la rutina doméstica, ya que en muchas partes de Cuba la electricidad es indispensable para cocinar, ya que no hay un sistema de gas licuado. Y también colapsa todas las oficinas de trámites oficiales, la atención telefónica o aquellas en las que se confeccionan los pasaportes o carnés de identidad. Los cortes atraviesan a toda la sociedad y modifican toda la vida en Cuba, y ha sido uno de los principales motivos de inconformidad de la gente, e incluso de protestas en las calles”, concluyó.
Más allá del daño provocado por Ian, esa situación puso en evidencia una infraestructura falta de mantenimiento. Por caso, el apagón del sábado habría respondido, según se explicó, a un «error de operación humano»; mientras que el del martes de la semana pasada habría sido consecuencia de un incendio en un campo de caña de azúcar.
Pero también puso de relieve la escasez de combustible para alimentar el sistema: sus centrales eléctricas funcionan gracias al petróleo, en un contexto global de crisis de abastecimiento energético por la guerra en Ucrania. Vale señalarlo, el bloqueo de EEUU a Cuba le ha impedido acceder a insumos y repuestos para renovar su matriz energética.
Mientras tanto, ya se anticipa que seguirán los cortes programados de tres horas por día en promedio, lo cual es mucho menos que las 10 horas de cortes que se habían establecido en octubre de 2022, en las horas más críticas tras el huracán.