El presidente de China, Xi Jinping, consiguió este domingo consolidarse como el líder político de país asiático con más poder desde Mao Zedong, al lograr que el Partido Comunista Chino (PCC) le otorgue un tercer mandato, hecho sin precedentes en la era presidencialista.
En el marco del XX Congreso del PCC, que se lleva adelante cada cinco años, Xi logró su segunda reelección, pero todavía con mayor margen de maniobra, ya que logró designar a un mayor número de funcionarios leales en el Comité Permanente, principal órgano de gobierno.
Según lo detalla Reuters, Li Qiang, jefe del Partido Comunista de Shanghái, subió al escenario del Gran Salón del Pueblo luego de Xi, lo que lo posiciona como principal candidato a primer ministro una vez que se retire Li Keqiang, en marzo. Además, Zhao Leji y Wang Huning, que regresan del anterior comité compuesto por siete líderes, y ahora se suman Cai Qi, Ding Xuexiang y Li Xi. Todos ellos son considerados “leales” al mandatario.
La consolidación del poder de Xi y de su espacio, sostienen algunos analistas, implica que el rumbo de China marchará rápidamente hacia posiciones más autoritarias y de mayor control social en un contexto global complejo. Por caso, China tiene hoy una serie de retos importantes en la agenda, como la guerra en Ucrania y su alianza con Rusia; la tensión en torno a Taiwán; la crisis de los semiconductores; y el alza de precios de la energía, con impacto inflacionario. Y a nivel interno, una caída de las tasas de natalidad que amenaza el crecimiento.
Uno de los analistas que entienden de este proceso es Richard McGregor, investigador principal de Asia Oriental en el centro de estudios Lowy Institute de Sídney. Consultado por Reuters, señaló que se trata de una victoria rotunda para Xi. «Todos sus rivales, potenciales y reales, han sido expulsados del Comité Permanente del Politburó y los leales a Xi ocuparon su lugar. El nuevo Politburó es una declaración enfática del dominio de Xi sobre el partido«.
Además, durante el Congreso del PCC se añadieron enmiendas que refuerzan el poder personal de Xi, ratificando la injerencia del presidente en una gran cantidad de decisiones, a partir de la posibilidad de definir él mismo (a través de sus aliados) el pensamiento político del partido gobernante.
Por su parte, Drew Thompson, de la Escuela de Políticas Públicas Lee Kuan Yew de la Universidad Nacional de Singapur, opinó: “Este es un liderazgo que se centrará en lograr los objetivos políticos de Xi, en lugar de perseguir sus propias agendas para lo que creen que es mejor para el país. Sólo hay una forma correcta de gobernar, y es la de Xi«.
Tras su reelección, Vladimir Putin felicitó a Xi. “Los resultados del Congreso del Partido confirman plenamente su alta autoridad política, así como la unidad del partido que dirige”, sostuvo el líder ruso, y aseguró que espera seguir avanzando en una “asociación integral”.
LI QIANG, ¿SUCESOR EN ASCENSO?
Más allá de que la mirada se centra hoy en el poder de Xi, de 69 años de edad, parte de la atención se centra también en su nuevo número dos: Li Qiang, de 63 años, considerado un hombre cercano al presidente y un importante fusible para Xi durante los duros aislamientos en Shangái.
Mientras el Gobierno establecía las cuarentenas más estrictas, extensas y masivas del mundo, y crecía el descontento social, Li funcionó como un pararrayos, especialmente a inicios de 2022.
Pero el vínculo de Li y Xi es de confianza y de larga data. Li fue su jefe de Gabinete cuando Xi gobernaba la provincia de Zhejiang, liderando el partido en esa región.
