El presidente ucraniano Volodimir Zelenski acusó a Rusia de estar utilizando a Ucrania como un «campo de pruebas» tras el ataque con un misil balístico intercontinental RS-26 Rubezh contra la ciudad de Dnipró.
Según la Fuerza Aérea de Ucrania, este misil, junto con otros proyectiles hipersónicos y de crucero, fue dirigido contra infraestructuras críticas en la región central del país.
Zelenski describió el lanzamiento del misil como una muestra del «miedo abrumador» de Vladimir Putin, quien busca evitar que Ucrania se aleje de su influencia. En su mensaje, el mandatario calificó a Rusia como un «vecino demente» y acusó al Kremlin de rastrear armas de países como Irán y Corea del Norte para sostener su ofensiva.
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La escalada militar rusa coincide con la reciente autorización de Estados Unidos, Reino Unido y Francia para que Ucrania utilice misiles de largo alcance, como los ATACMS y Storm Shadow, contra objetivos en territorio ruso. Hasta ahora, estas potencias habían restringido estos ataques por temor a una represalia de Moscú.
El misil RS-26, según expertos, tiene un alcance de 5.800 km y puede alcanzar velocidades de hasta Mach 20. Aunque fue probado por primera vez en 2012, esta sería su primera aplicación en un conflicto, marcando un nuevo capítulo en la guerra. Este proyectil está diseñado para transportar ojivas nucleares y soportar las extremas condiciones de reingreso a la atmósfera.
El bombardeo a Dnipró generó la evacuación de embajadas occidentales en Kiev, como las de Estados Unidos, España, Italia y Grecia, ante el aumento de la amenaza aérea. Zelensky instó a la comunidad internacional a reaccionar frente a lo que considera una estrategia de terror y prueba armamentista en su territorio.
Mientras tanto, las operaciones militares continúan intensificándose en ambas partes, con Ucrania empleando misiles avanzados para golpear territorio ruso, lo que refleja un conflicto en constante escalada y sin señales claras de resolución en el corto plazo.
