Gobiernos y desarrolladores de todo el mundo están estudiando el posible uso de «pasaportes de vacunación» como forma de reabrir las economías mediante la identificación de las personas protegidas contra el coronavirus.
Sin embargo, los desarrolladores de las tecnologías afirman que estas herramientas tienen consecuencias, como la posible exclusión de grupos enteros de eventos sociales, e instan a los legisladores a reflexionar seriamente sobre su uso.
Las industrias de los viajes y el ocio, que han tratado de sobrevivir mientras se imponían normas de distanciamiento social, están especialmente interesadas en una forma de comprobar rápidamente quién está protegido.
Los desarrolladores de las tecnologías afirman que estas herramientas tienen consecuencias, como la posible exclusión de grupos enteros de eventos sociales, e instan a los legisladores a reflexionar seriamente sobre su uso.
Entre los que están desarrollando pasaportes se encuentran la empresa de biometría iProov y la de ciberseguridad Mvine. Han creado un pase de vacunación que se está probando en el Servicio Nacional de Salud británico tras recibir financiación del gobierno de ese país.
El fundador y director ejecutivo de iProov, Andrew Bud, cree que estos pasaportes solo necesitan contener dos datos. «Uno es: ¿se ha vacunado esta persona? Y el otra es, ¿qué aspecto tiene esta persona?». Solo se debe relacionar un rostro con un estado de vacunación, sin necesidad de conocer la identidad de la persona, añadió.
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