Por Sara Mendoza Figueroa -Gerente de Marketing de VISMA Latinoamérica-
2020 fue un año atípico, con exigencias diferentes y la necesidad de adaptación permanente al cambio. En este contexto, hubo mucho de trabajo bajo presión, pero otros, realmente, están estresados.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud no es simplemente la ausencia de enfermedades o dolencias, sino un estado positivo de completo bienestar físico, mental y social. A raíz de la pandemia, el cuidado de la salud se volvió la primera prioridad en todo el planeta y el concepto de “bienestar” se revalorizó.
El trabajar bajo presión puede ser una motivación, un desafío para ser más eficientes, para ir más allá de los objetivos en tiempo y forma. Sin embargo, si esa presión se convierte en estrés, ya no es saludable sino, más bien, un malestar agobiante que bloquea a la persona y compromete su salud, además de perjudicar su performance y relaciones laborales.
Un ambiente de trabajo saludable no solo significa que no haya condiciones nocivas para la salud física, sino que se promuevan circunstancias de “bienestar”. Esto es, un lugar donde los colaboradores cuenten con la información, la capacitación y el apoyo necesarios (recursos, tiempo, saberes) para llevar a cabo y progresar en sus tareas, así como con el reconocimiento de sus logros. Se puede hablar de un “trabajo saludable” si las presiones sobre los empleados son adecuadas en relación con sus habilidades y recursos, con la cantidad de control que tienen sobre su trabajo y con el apoyo que reciben del resto de las personas de la organización (jefe y colegas).
Diferencia entre presión y estrés laboral
En la actualidad, la presión en el lugar de trabajo es inevitable. Según los recursos disponibles y las características personales, hasta puede ser positiva y mantener a los colaboradores alerta, motivados, con ganas de aprender. Sin embargo, cuando esa presión se vuelve excesiva o inmanejable, genera estrés y puede dañar la salud y el desempeño laboral.
El estrés relacionado con el trabajo surge cuando una persona se ve ante demandas y presiones laborales que no se corresponden con sus conocimientos y habilidades, que trascienden su capacidad para afrontar esas situaciones. Y el panorama empeora cuando, además, el colaborador percibe poco apoyo por parte de sus supervisores y/o colegas, o bien que tiene escaso control sobre los procesos de trabajo.
Ante todo, hay que determinar si se trata de malas prácticas de management que confunden desafío y presión (mala organización del sistema de trabajo y su gestión). Estos excesos provocan estrés: un malestar que la persona no puede resolver por sí misma, que le genera frustración y angustia.
Si la presión es permanente y el management no ayuda a superar esas situaciones críticas permanentes, puede volverse en un malestar crónico (estrés crónico) y comprometer la salud física/psicológica de una persona, así como sus vínculos con los demás y, por supuesto, su desempeño laboral.
Algunas situaciones que pueden causar estrés laboral:
- Exceso de responsabilidades con recursos ineficientes.
- Baja autoestima.
- Realización de horas extra en forma permanente (no se puede cumplir con los tiempos).
- Trabajo remoto (que desorganiza).
- Privación del sueño.
- Situaciones inesperadas en forma recurrente.
- Problemas personales (el colaborador es un “todo”, no se pueden separar las preocupaciones de uno u otro ámbito).
El estrés laboral provoca:
- Pérdida de concentración, motivación y memoria.
- Menos productividad.
- Mayor ausentismo.
- Altas tasas de rotación de personal.
Cómo prevenir el estrés, desde la organización y en lo personal
Llegando al final del año, van algunas recomendaciones a los colaboradores para recuperar la buena salud mental; buenos hábitos que contribuyen a disminuir los niveles de estrés e impulsar la productividad laboral:
- Dormir lo suficiente
- Al despertar, meditar por 5 minutos
- Evitar el multitasking
- Escuchar más
- Tomar breaks de conciencia
- Hacer ejercicio
- Ser auténtico
- Llevar un registro y agradecer
- Practicar la autocompasión
- Aclarar las expectativas de los demás
- Cambiar la mirada
En cuanto al management de las organizaciones, evaluar si no es necesario un ajuste de procesos para promover un ambiente laboral saludable, flexibilizar plazos de entrega de informes, entregar herramientas que contribuyan a eficientizar la forma como se realizan las tareas. Y, desde luego, se puede comenzar por demostrar respeto y aprecio por los colaboradores. A la gente le gusta (y aprecia) ganar aceptación y aprobación por parte de su jefe y sus pares. Desde RH se puede contribuir para aplicar inteligencia emocional en el diseño de procesos y la sistematización de tareas dentro de la empresa, así como en las políticas de reconocimiento y recompensas.
Investigaciones recientes en el campo de la psicología de la salud ocupacional muestran que muchas experiencias estresantes están vinculadas con sentirse ofendido o ridiculizado, principalmente ante un grupo. La experiencia de ser tratado de manera injusta constituye una supuesta ofensa, y esto puede tener consecuencias de gran alcance en términos de salud y bienestar. Por el contrario, ser apreciado es uno de los factores más importantes que aumenta la motivación y la satisfacción, así como la salud y el bienestar.