*Por José Bianco, creador de De Dios, única marca argentina de joyería de fabricación nacional
Este 3 de noviembre se conmemora el Día del Joyero y Relojero, una ocasión especial que marca el nacimiento de Benvenuto Cellini, un destacado escultor y joyero italiano del Renacimiento. Cellini es considerado una figura emblemática para los artesanos del sector, simbolizando la creatividad y la destreza manual que han caracterizado este oficio a lo largo de la historia. Este día se dedica a reconocer el esfuerzo y la pasión de quienes convierten metales y piedras preciosas en auténticas obras de arte.
En un mundo cada vez más digital y globalizado, los joyeros enfrentan el desafío de mantener viva una tradición artesanal que se ha transmitido a lo largo de siglos. Este día se convierte en una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de preservar estos conocimientos, y reconocer el esfuerzo de quienes mantienen vigente una práctica que combina arte, técnica y devoción.
La joyería es entendida como mucho más que un simple trabajo; es una manifestación de amor por el arte, una vocación que demanda dedicación, precisión y una visión única. Las piezas son creadas por los joyeros, quienes no solo elaboran objetos, sino que también tejen historias y emociones, imaginando a la persona que llevará cada joya. Cada creación es considerada un símbolo de conexión entre el portador y su historia. Además, cada pieza representa un legado cultural y personal, que los joyeros plasman en formas únicas. Cada selección y detalle cuidado en el diseño son una promesa de inmortalidad, preservando en el tiempo las emociones y recuerdos que esos objetos evocan.
En el ámbito de la joyería, diseñadores, fabricantes y comerciantes comparten una profunda admiración por su arte. Aunque la tecnología moderna, como las impresoras 3D y las cortadoras láser, ha transformado muchos aspectos del proceso creativo, el toque personal y la sensibilidad de un joyero son considerados insustituibles. Sin embargo, en cada obra que realizan, los joyeros logran lo imposible: combinar técnicas tradicionales con innovaciones modernas, manteniendo viva la esencia de un arte que requiere del toque humano para otorgar autenticidad a cada joya.
Oro, plata, perlas, diamantes y zafiros son solo algunos de los materiales preciosos que son transformados por los joyeros en verdaderos tesoros. Estos elementos nobles son, en manos de los joyeros, fragmentos de naturaleza convertidos en símbolos de lujo y significado, capaces de transmitir desde un valor sentimental hasta una herencia familiar. Cada joya es vista como una historia única, y hoy 3 de noviembre se celebra este legado.
En este Día del Joyero y Relojero, extiendo mi agradecimiento a todos aquellos artesanos que, con dedicación y esfuerzo, nos regalan tesoros que superan el valor de las piedras y metales con los que fueron creados.