Por: Phil Deroy – Lifestyle & Luxury Specialist
¿Qué tienen en común Gwyneth Paltrow y Juliana Awada? muy simple… ambas se visten con un estilo minimalista, que solemos llamar clásico moderno, con colores neutros, conjuntos monocromáticos, confeccionados con telas naturales y nobles tales como lanas, lino y algodón orgánico. En marzo pasado la actriz norteamericana enfrentó un juicio por un accidente de esquí en Utah y las redes sociales explotaron con fotos de sus looks encarnando un lujoso estilo de vestir, muy simples, sin logos ni siluetas muy de moda, sólo con prendas atemporales. Pero lo nuevo fue como miles de influenciadores y comunicadores resaltaron a las marcas favoritas de la intérprete, The Row, Prada y Celine como el top Fashion del trend “Old Money Aesthetic”, la estética familia patricia. Una moda para ricos y famosos que compran marcas de lujo, pero buscan que no se note. Las prendas son muchas veces básicas, con diseño impecable y sastrería hecha con las mejores y más caras fibras textiles. Los tapados de cashmere, las poleras de alpaca y seda, los trajes de tweed, las camisas de lino no son llamativos ni muy de moda, pero tienen precios prohibitivos para cualquier consumidor.
La serie hito de este año “Succession”, relata la vida de una familia multimillonaria de Nueva York, dueña de un imperio multimedia, levantó también el debate en redes sociales sobre la riqueza callada, en inglés “Stealth Wealth”. Sus protagonistas visten todos atuendos bastante clásicos y hasta aburridos, pero los que saben reconocen de inmediato las prendas de Loro Piana, Brunello Cuccinelli u otro Tom Ford. Se trata de no mostrar al mundo su poder económico, pero a la vez usar las marcas más caras del mercado.
En realidad no es un fenómeno social nuevo, porque históricamente los letrados, industriales y comerciantes ricos siempre usaron trajes oscuros a medida y sus esposa alta costura desde sus inicios alrededor de 1860 con Charles Worth. En los años 1920, a los inicios del sportswear, los estudiantes adinerados pusieron de moda usar ropa que ya habían usado, con pátina, para distinguirse de las clases medias que accedían a las universidades por primera vez y usaban atuendos relucientes. Los ricos se diferencian con una actitud de desinterés de lo nuevo, de lo que está de moda y buscan lo que perdura.
Con solo ver a los titanes de Silicon Valley o inclusive el argentino Marcos Galperin, que aman las remeras básicas, las gorras lisas y las zapatillas unitono, uno se da cuenta que el éxito económico no va de la mano con el “show off” (presumir). Pero lo interesante de este trend actual, es que lo revive la generación Z en TikTok e Instagram. Según la historiadora de la moda Laura Beltrán Rubio, editora de “Culturas de Moda”, es un signo de rebelión de los centennials frente a los tres últimos años de ropa logotipeada a ultranza, una forma de contraponerse a lo que se inició allá en el 2015, el total logo look de marcas como Supreme, Dior, Vuitton…
Qué hay detrás de esta tendencia que busca y valora lo simple pero de lujo, para sus consumidores probablemente la constante búsqueda de diferenciarse, de tener este vestido que no tiene nadie, pero que es neutro, de comprar marcas de nicho, que solo usan materiales exclusivos o técnicas artesanales de teńido o costura y de diferenciarse de lo considerado vulgar porque masivo, todo para quedarse en la burbuja confortable de la comunidad rica. Pero los comentarios y consejos de las voces líderes en medios de comunicación digital, también alimentan el deseo perpetuo de pertenencia. Todas las modas son aspiracionales y usamos una u otra tendencia para pertenecer a un grupo aunque sin decirlo, ponerse un sweater de vicuña con un pantalón de cool wool, o arroparse con un tapado de pelo de camello y usar un cap de cashmere son formas de acercarse a ese mundo inaccesible de los más ricos. Es mostrar que uno lo entiende, que captó que menos es más, y mucho más cuando es con un ítem carísimo. No dejemos de considerar el peligro de exclusión que conlleva el lujo silencioso, ya que nació del modelo blanco anglosajón conservador, que en nuestras latitudes se llama colonizador, un patrón que anula y aniquila cualquier aporte exterior, autóctono, indígena y es clasista.
Los aficionados al lujo silencioso escapan de la realidad conflictiva post pandemia usando esta tendencia como otro disfraz aspiracional. Pero su difusión tanto por la industria como por los fanáticos de la moda está promoviendo una asimilación que siempre se desprende de la riqueza cultural de las comunidades étnicas e inclusivas.
@philderoy