¿Podría considerarse como una contradicción hablar de relajación y competencia durante un mismo evento? No siempre.
En un contexto lúdico y con el único objetivo de motivar cada vez a más personas a realizar una pausa en la vorágine diaria o simplemente permitirse bajar un cambio y aprender a contemplar, se llevó a cabo la primera competencia del Caribe dedicada exclusivamente al relax. Relaxathon se trató de eso.
El pasado 13 de junio en una de las playas más lindas del mundo, la reconocida Eagle Beach de Aruba –una competencia de estas características necesitaba de un entorno así de relajante y la Isla Feliz tiene enclaves hipnotizantes de sobra–, 100 competidores mayores de 18 años (los organizadores los llamaban relajantes) se tumbaron en esta paradisíaca playa arubeña durante una hora sin ningún otro fin que relajarse. Mientras se les pedía a los participantes que se “desconecten” y se pongan lo más cómodos posible, cada uno de ellos tenía en su brazo un pulsómetro para registrar y monitorear de manera constante su ritmo cardíaco. De esta manera, los organizadores hacían un seguimiento de las frecuencias cardiacas mínima y máxima, y su promedio, para calcular quién sería el más relajado.
Se trató de un encuentro divertido, gracioso y familiar diseñado para encontrar el mejor relajante de la isla. Por eso, a lo largo del evento, los organizadores sorprendieron a los relajantes con inesperadas interrupciones para despistarlos y alterar su paz. Desde niños “gritones” jugando con pistolas de agua hasta molestas alarmas de decenas de detectores de metales en la playa (actividad frecuente para buscar tesoros inéditos perdidos en el mar). Resultó sorprendente ver cómo se alteraban las frecuencias cardíacas después de cada interrupción.
Habían algunas reglas básicas y simples a seguir durante la competencia: no estaban permitidas las distracciones con smartphones, reproductores de música, auriculares, libros, entre otros, porque la idea era que todos pudieran relajarse a la antigua usanza. Otro pedido fue mantener los ojos abiertos durante la hora completa, pues nadie quería que los participantes se relajen demasiado y se quedaran dormidos. Se pidió explícitamente que no se hablara durante el evento, a nadie le gustan los que hablan alto en la playa, ¿no?
De esta manera, los tres mejores relajantes que pudieron mantener su ritmo cardíaco más bajo y constante durante una hora fueron coronados con medallas y premios, entre exclusivos paquetes de viajes a Aruba, que incluían vuelos y hoteles.
El Relaxathon pretende ser un evento divertido y desenfadado con un fin noble: entender la importancia de mantener la calma antes situaciones estresantes de la vida, aprender a trabajar con la respiración para controlar el ritmo cardíaco y así procesar mejor las emociones, valorar el silencio en un entorno natural.
Habrá que esperar un año para poder participar de la próxima edición.