El vino se ha convertido en una modalidad cultural de consumo moderado, la cual se ha consolidado por hábitos sociales propios a la identidad de cada país. Su consumo ha evolucionado, el concepto de que era algo exclusivo y costoso quedó atrás, hoy en día es uno de los protagonistas al acompañar varios platos. En Argentina hay un amplio portafolio de la variedad de vinos para buscar que los comensales lo incluyan en su experiencia gastronómica.
En el marco de la Semana del Vino, del 24 al 30 de abril, y según el último informe publicado por EAE Business School sobre “El sector del vino”, se evidencia que a raíz de la pandemia varios países de Latinoamérica han venido en constante aumento en la extracción, el consumo, venta y distribución del vino en el mundo.
Argentina es de los pocos mercados en los que desde el 2020 incrementó el volumen de vino vendido, en concreto un 7% superior con un total de 962 millones de litros. No obstante, el vino tinto fue el que mejor funcionó, con un aumento del 20%. La predicción de Euromonitor International, que recoge EAE, es que siga creciendo un 4% hasta 2024.
Con la fuerza que ha tomado en los países de Latinoamérica las tendencias han marcado su avance, hoy en día se evidencia que la innovación será la única forma de llegar a los consumidores jóvenes, ya sea a través del marketing, el e-commerce o nuevos packaging, entre otros recursos. Mientras que la tendencia global muestra una moderación en el consumo de alcohol, lo que dará más alas a los vinos sin alcohol o de bajo contenido alcohólico. Además, ahora los consumidores buscan vinos con historia, lo que en marketing se conoce con storytelling. La autenticidad y la historia detrás del vino tendrán cada vez más importancia en la decisión de compra.
SOSTENIBILIDAD E IMPACTO SOCIAL
En términos generales, a nivel mundial el vino natural gana popularidad, así como el orange wine y el vino con menos cantidad de sulfitos. Todas estas opciones el consumidor las asocia a un estilo de vida más saludable.
Ana Viola, CEO de Bodega Malma, la primera bodega de Neuquén en tener la Certificación de Protocolo de Sustentabilidad de Bodegas de Argentina, afirma: “El cuidado del medioambiente es fundamental en todo el proceso de realización de nuestros propios vinos. Seguimos en el camino de transformarnos en una bodega sustentable y acompañar la fuerte tendencia internacional en materia de mitigación de Cambio Climático”. Entre otras acciones, la bodega neuquina firmó un convenio de colaboración con el INTA para el asesoramiento en el compostaje de orujo para luego usarlo como fertilizante natural en los viñedos.
Las nuevas generaciones han hecho que surja la necesidad de crear criterios éticos frente a su origen y proceso de elaboración del producto en la actualidad como, por ejemplo, la reducción del peso de las botellas y el avance hacia la descarbonización, o el uso de tapones sustentables, entre otras.
Actualmente, la compañía Nomacorc que elabora tapones sintéticos de alta tecnología, cierra 1 de cada 3 vinos argentinos de bodegas orgánicas, naturales, biodinámicas, de baja intervención o comprometidas con la sustentabilidad.