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A fin de mes «la señora» tendrá un pedido de prisión
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A fin de mes «la señora» tendrá un pedido de prisión

Lo que está haciendo Cristina Kirchner se llama “apriete”. Sin respuesta ante la mugre que devela el alegato del fiscal Diego Luciani decidió ejecutar ella misma la amenaza. No puede llamarse de otra forma, porque claramente jugar un partido de fútbol no es delito, ni demuestra conexidad con un expediente. Estúpidos conspiradores que no tienen mejor idea que hacerse un picadito y sacarse fotos para demostrar su complot.

Sí pueden configurar un delito, y componen “una de las matrices más extraordinarias de corrupción que se hayan desarrollado en el país”, en palabras del fiscal que la acusa, las maniobras reveladas en el juicio oral de la causa Vialidad.

Revuelve las tripas de asco y estupor escuchar cómo un ignoto gerente de banco devino en millonario y en el patrón de la obra pública en la Patagonia, a instancia de dos presidentes de la Nación, recibiendo cifras siderales, gracias a licitaciones a medida, por rutas que no se terminaban, con pagos de privilegio, y sin que se le haya debido una moneda cuando terminó el gobierno.

Nadie vió, nadie controló, y todo un sistema de complicidad sólo pudo ser posible con la anuencia de lo más alto del poder. Ese es el sistema que cruje porque un fiscal simplemente está cumpliendo con su deber.

En los mensajes de chat revelados en el caso, no sólo queda de manifiesto que Cristina Kirchner habría sido la persona que daba las órdenes, sino que en días pasados apareció también su hijo, que sin tener cargo alguno habría incidido en decisiones sobre la obra pública. Así cerró la primera semana del alegato y antes de que empezara la segunda, la ofensiva de la vicepresidenta denota que no tiene respuesta ante las acusaciones, o que se siente tan impune que no cree que deba darlas, y que no titubea en realizar un apriete público al fiscal que la investiga. Un método que en cualquier otra instancia podría ser considerado mafioso, y que escala en gravedad institucional por venir ni más ni menos que de una de las más altas autoridades políticas y de la persona más poderosa del país.

Es tan desmedida la comparación entre la foto de un equipo de fútbol y la podredumbre del robo de dineros públicos que sólo la desesperación o la omnipotencia pueden explicar que no lo haya notado.

Antes de que comenzara el juicio la vicepresidenta publicó un video contra la justicia en el que llamaba «causa fraguada» a la investigación conocida como Vialidad.

Entonces, la asociación de fiscales, se advirtió la gravedad de lo que llamaron “un sesgo amedrentador ante cualquier decisión adversa a los intereses particulares”. Ante eso estamos, ante la continuidad del amedrentamiento, en el mismo país donde el último fiscal que denunció a Cristina Kirchner apareció muerto en su departamento un día antes de presentar su caso en el congreso de la Nación. Esa muerte se investiga como asesinato.

Si todo lo que tiene para probar el lawfare o persecución judicial es la foto de un partido de fútbol, sólo están dejando al descubierto su verdadero problema: lo indefendible.

Por otro lado, esta causa llegó a manos del fiscal Luciani, en 2019, pero en su instrucción que comenzó en el año 2008 y en su correspondiente elevación a juicio, ya se encontraba establecida la acusación sobre una organización criminal comandada por Néstor y Cristina Kirchner para sustraer dineros públicos con la obra pública. Quizás estén buscando qué partidos de fútbol jugaron los fiscales Gerardo Pollicita e Ignacio Mahiques que además continúan investigando la matriz política que amparó en la provincia de Santa Cruz, el enriquecimiento meteórico de Lázaro Baez y con ese fin pidieron que sean citados a declaración indagatoria Sergio Acevedo, Carlos Sancho y Daniel Peralta, los ex gobernadores de Santa Cruz durante las presidencias Kirchner.

La vicepresidenta no puede creer que haber vuelto al poder no haya sido suficiente para poner de rodillas a la justicia. Exactamente como lo habían hecho en Santa Cruz, donde claramente tuvieron via libre para actuar como si la provincia les perteneciera. Ella, que obtuvo el increíble sobreseimiento sin juicio en tres causas, hecho que no reviste antecedente y que desnaturaliza la noción misma de justicia, ya que luego de sendas instrucciones impide que se pruebe la inocencia o la culpabilidad, considera inconcebible que alguien ose acusarla. Cristina Kirchner se siente por encima de la ley y eso también lo demuestran los manejos de la obra pública en la causa vialidad.

Todos vimos a José López lanzando bolsos con dólares en un convento, el mismo que chatea coordinando reuniones en el nombre de la señora. ¿Qué tiene que ver todo eso con el partido de fútbol? Señora no nos tome por estúpidos. Que lo que hay que explicar está de su lado.

La corrupción se lleva todo ese dinero que luego falta, que hoy falta. La corrupción impune termina corrompiendo la democracia, porque convierte a la cosa pública en “la cosa nostra”. Y tan simple como lo decía Platon, “la impunidad lleva a más corrupción”. Las numerosas causas que esperan definiciones e los tribunales son muestra de esa voracidad delictiva a la caza de recursos públicos.

Como afirmó el historiador Loriz Zanatta, “Cristina Kirchner fracasó en su asalto al poder judicial”, y esa era la razón de ser este, su gobierno.

Además de no lograr impunidad, está dejando calamidades y penurias de las que no hay registro a los argentinos. Impuso una anómala fórmula presidencial donde al poder siempre lo tuvo ella y donde no le tembló la mano para desmantelar hasta la insignificancia al presidente que ella misma entronizó. Ahora es la artífice de un claro golpe de palacio, donde festejaron ante un país que sufre, un virtual traspaso de mando sin elecciones para transferir el poder a otro delegado.

Hace tiempo que a Cristina Kirchner le resulta incómoda la república, porque es la república la que le pone límites. Claramente, si pudiera probar su inocencia, no estarían buscando carpetear al fiscal. El problema de la señora es que a la luz de las evidencias antes de fin de mes, tendrá un pedido de prisión.

 

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