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“¿A quién le importa la Niñez?”: la columna de Gustavo Sylvestre en Newsweek Argentina
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“¿A quién le importa la Niñez?”: la columna de Gustavo Sylvestre en Newsweek Argentina

Por Gustavo Sylvestre

Un millón de chicos argentinos se va a la cama sin cenar. Los dirigentes de todos los espacios y sectores deben unirse para desarrollar e implementar sin dilaciones un plan nacional de emergencia alimentaria.

“A esta hora, exactamente, / hay un niño en la calle, / hay un niño en la calle… / Pobre del que ha olvidado, / que hay un niño en la calle… / Es honra de los hombres proteger lo que crece, / cuidar que no haya infancia dispersa por las calles, / evitar que naufrague su corazón de barco…”. Así comienza este tan actual poema de Armando Tejada Gómez, que dejó grabado Mercedes Sosa con su inmensa voz.

Pero no solo nos conmueve este poema. Unicef Argentina ha dado a conocer un dato que debería haber puesto a toda nuestra dirigencia en estado de alerta y al tema en el debate central de la política: un millón de niños en nuestro país se va a dormir todas las noches con la panza vacía, porque sus padres no les pueden dar (en la mayoría de los casos) más de una comida al día. El 70% de los chicos son pobres y el 30% está en situación de pobreza extrema.

El 63% de los niños y adolescentes es pobre en Argentina

Asimismo, en base a datos oficiales, el Observatorio de la Deuda Social Argentina, dependiente de la Universidad Católica Argentina (UCA), dio a conocer las cifras de pobreza del primer trimestre del año: un alarmante 55,5%. Y para la indigencia, un 19,1%.

El mismo informe advierte: “Vemos clases medias bajas que caen en la pobreza en términos estadísticos y monetarios, por la pérdida del poder adquisitivo, sin posibilidades de compensar con más trabajo”.

Volviendo al informe de Unicef -que además ha lanzado la campaña “El hambre no tiene un final feliz”, para advertir sobre la situación de pobreza que enfrentan chicos y chicas en nuestro país-, se informa que 10 millones de ellos comen menos carne, lácteos, frutas y verduras, en comparación al año pasado, “en un contexto en el que, además, los ingresos de casi la mitad de los hogares con niños y niñas no alcanzan para cubrir gastos básicos de alimentación, salud y educación”. Este dato trae como consecuencia que “la falta e insuficiencia de dinero deriva en la necesidad de buscar ingresos adicionales, lo que llevó a que aproximadamente un cuarto de las y los adolescentes realice tareas laborales y que un 12% busque trabajo”. El porcentaje se incrementa respecto al año pasado, y los especialistas advierten: “Esta participación laboral tiene efectos negativos en el vínculo de los adolescentes con la escuela, ya que un 4% de los adolescentes que trabajan, no asisten a la escuela”.

Para complementar todos estos datos preocupantes y alarmantes, el informe de la UCA agrega que la pobreza alcanzó al 62,9% de niños, niñas y adolescentes, mientras el 16,2% está en la indigencia.

Por su parte, el Observatorio de Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral acaba de presentar un informe que se suma a la alarma de los datos descritos más arriba: “Primera infancia en la Argentina, un análisis multidimensional de desafíos y oportunidades”. Revela las precarias condiciones en las que viven millones de niños y niñas en Argentina, y pone en evidencia los desafíos críticos que enfrenta diariamente la niñez en áreas fundamentales como educación, salud y hábitat.

Un tercio de los niños y niñas de entre 3 y 4 años (34,8%) nunca asistió a un establecimiento educativo, mientras que casi uno de cada diez de entre los de 0 y los 4 años nunca asistió a una consulta médica.

Todos estos datos deberían convocar a nuestra dirigencia a debatir en forma urgente de qué manera se lleva adelante, sin mezquindades ni anteojeras ideológicas, un plan nacional de emergencia alimentaria para una niñez en nuestro país.

Mientras el Gobierno nacional deja de asistir a los comedores populares, retacea la comida y se olvida de la función central del Estado de “promover al bien común”, muchos intendentes a lo largo y ancho de la Argentina reconocen que en los últimos meses han debido implementar en sus municipios programas de asistencia a las familias.

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En la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo, se aumentó a $ 70.000 millones mensuales el presupuesto en política alimentaria, que se suma a los programas SAE y MESA -que llegan a más de 2 millones de chicos diariamente- y la asistencia a más de 6.000 comedores comunitarios.

Si no se reacciona a tiempo, el presente y el futuro de estos niños y niñas argentinos estarán condenados, y no tendrán las mismas posibilidades de aquellos que crecen en hogares pudientes. Sus condiciones de precariedad serán todavía peores que estas alarmantes estadísticas, que representan a personas de carne y hueso.

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