Hay un furor en el mundo por la serie «Adolescencia». No es que me haya convertido en crítico de series, pero han aparecido algunos disparates en boca de funcionarios que me dieron motivos para reflexionar.
Desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires han informado que recomendarán a los colegios que les emitan la serie a los alumnos. Una candidata a legisladora por la Unión Cívica Radical llamada Lula Levy dijo que vio la serie y que, por eso, va a presentar un proyecto para que haya un profesional de la salud en cada colegio.
Estamos viviendo una realidad distópica en la cual se hace menester explicar algunas obviedades. «Adolescencia» es una serie de ficción; no es documental ni una serie que en el título diga: Basada en hechos reales.
Intrigado por estos hechos, me puse a buscar datos en la prensa internacional y encontré un artículo de un gran periodista español llamado Arcadi Espada, que averiguó y dice lo que yo suponía: es imposible encontrar algún caso donde un niño de 13 años haya asesinado a una niña por unos comentarios en redes.
Yo mismo busqué y no encontré, o sea que estamos hablando de algo que pertenece enteramente al mundo del espectáculo.
Es curioso, además, porque la serie habla de la masculinidad tóxica y el único caso relevante parecido es uno que sucedió en Wisconsin, donde una niña de 12 años fue asesinada a puñaladas. Pero las 19 puñaladas se las dieron dos niñas por un personaje ficticio, por un juego; nada de incels, ni de «machósfera», ni de sociedad patriarcal. Dos niñas fueron las asesinas.
«Adolescencia» tiene tanto de real como Jurassic Park, lo cual no tiene nada de malo porque es un entretenimiento. El asunto es cuando las políticas públicas se basan en entretenimiento.
No crean que el delirio es solo argentino. En Gran Bretaña, que es de donde proviene la serie, la incorporarán en las plataformas educativas. La educación de los jóvenes quedará en las sabias manos de Netflix si seguimos por este camino.
Sin embargo, en el mundo real la comunidad de Madrid informó hace unos días que se eliminarán de los colegios los dispositivos digitales en alumnos de jardín de infantes y primaria.
Suecia está en un proyecto de desdigitalizar y volver a los libros de texto en las aulas desde 2023. Las autoridades educativas suecas dijeron, al anunciar los cambios, que había riesgo de ver una generación de analfabetos funcionales y que las escuelas debían volver a lo básico: leer, escribir y contar.
En algunos lugares se toman las cosas muy en serio y en otros corren detrás de Netflix. El tema es demasiado serio para dejarlo en manos de productores de entretenimiento.
(Columna emitida originalmente en el programa «Cristina sin vueltas», conducido por Cristina Pérez en Radio Rivadavia).