Por Gustavo Sylvestre
Lejos, muy lejos de lo que muchos pronosticaban (prácticamente las siete plagas de Egipto), la Argentina terminó el 2022 con números de la economía más que alentadores, junto a un descenso en la inflación y con un crecimiento cercano al 6% que proyectándose al 2023, estará cerrando un ciclo de crecimiento de tres años consecutivos, algo que no ocurría desde hacía quince años.
La mayoría de los economistas “serios” que hablaban de crecimiento cero, devaluación y auguraban un diciembre negro, se equivocaron una vez más y erraron sus pronósticos. Sin embargo, siguen pululando por los canales opositores a este gobierno, sembrando junto a los dirigentes de la oposición y periodistas, un desánimo generalizado para el país, cuando la realidad es otra.
Cruel paradoja la de muchos: viven en este país, pero desean que al gobierno le vaya mal para que a ellos le vaya bien. Raúl Alfonsín, recuerdo, siempre hablaba de esta teoría nefasta que muchos dirigentes ponen en práctica: la teoría del péndulo. Esto es que en algún momento el péndulo se acerca y toca a un sector político para gobernar, mientras los de la vereda de enfrente tiraban piedras para que a los que habían ganado les vaya mal y de esa forma el péndulo volviera hacia ellos para llegar al poder.
Hay hechos positivos que todos deberíamos celebrar en el marco de una comunidad organizada que busca el bien común.
Que la capacidad instalada de la Industria llegue casi al 70%, es sinónimo de crecimiento, de fábricas que se siguen abriendo o incrementan su producción y de más trabajo para todos.
El Banco Central ha podido, en los últimos meses, incrementar sus reservas gracias al “dólar soja” por un lado, pero también por el crecimiento exponencial de las exportaciones, que estarán llegando a los cien mil millones de dólares.
El presidente Alberto Fernández confirmó el miércoles 28 de diciembre durante el dialogo que mantuvimos en el Programa M1 de C5N, que está en tratativas con el gobierno entrante de Lula para conseguir un swap de monedas con Brasil que ayudará a aumentar, aún más, las reservas del Banco Central, al tiempo que avanzan en la implementación de una moneda única para el intercambio comercial entre ambos países.
Y está en marcha, por fin, el gasoducto que permitirá llevar el gas de Vaca Muerta hacia regiones de nuestro país y, en una segunda etapa, a Brasil, lo que le dará a la Argentina soberanía energética en un mundo cada vez más complicado por la escasez de energía.
Es decir, la Argentina está logrando estabilizar su economía en un marco de crecimiento, profundizando una planificación económica para el mediano y largo plazo. Y esto fue logrado por la estabilidad política que se dio en el gobierno desde la llegada de Sergio Masa, con el visto bueno de la vicepresidenta.
Y sumado a todo esto, la Selección Argentina nos trajo la Copa del Mundo, despertando la inmensa alegría del pueblo argentino que en un hecho nunca a antes visto en la historia del país, se lanzó masivamente a las calles para expresar sentimientos guardados, después de años de pandemia, crisis económicas y diciembres negros.
Ojalá que nuestra dirigencia copie el ejemplo de la “Scaloneta” para trasladarlo a un modelo de país. Para organizarnos, pensar objetivos comunes y convertir a la Argentina lo que debería ser desde hace tiempo: una potencia.
Tenemos todo para serlo. Solo falta que nos demos cuenta que, como la Selección Nacional, podemos superarnos y sortear dificultades cuando se persigue un propósito común, y cuando nos une el amor por nuestra celeste y blanca. No cuesta tanto.