Por Lalo Zanoni
Cada país tiene su propia historia, con su cultura que va formando su sistema de valores. Temas como democracia, libertad, justicia, educación, derechos humanos, seguridad y empleo, por ejemplo, pueden ser y se pueden interpretar de una manera en un país latinoamericano y de otra muy distinta en Europa, África o en Asia.
Esto se pone en evidencia y entra en tensión con la irrupción de la inteligencia artificial generativa. Los Modelos de lenguaje grande (LLM por sus siglas en inglés) como ChatGPT procesan todo el conocimiento cultural que existe hasta el momento. El país y/o la región que domine los LLM y la IA impondrá al resto del mundo su sistema de valores, es decir, sus modos, su visión de las cosas y sus relatos. Por esto, entre otros factores, es tan importante la carrera por dominar la IA.
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Europa quedó muy lejos en la carrera de la innovación tecnológica mundial frente a los Estados Unidos y China. Pero sus 24 países miembros de la UE no quieren rendirse y regirse con otros valores socioculturales. Por eso se preocupa tanto en regular la IA y ya aprobó su ley (IA Act), que entrará en plena vigencia a mediados de 2025. Pero la encrucijada radica en que una ley demasiado estricta, rigurosa y costosa frenaría la innovación en la región (sus emprendedores dedicarían más esfuerzos a cumplir con las normas que a hacer crecer sus startups).
Mientras tanto, en Alemania, crece una alternativa a ChatGPT. Se llama Aleph Alpha y es una startup fundada en 2019 en la ciudad de Heidelberg por Jonas Andrulis, un emprendedor de 42 años que trabajó en IA en Apple hasta que decidió fundar su propia empresa.
El modelo de lenguaje llamado Luminous se enfoca en empresas, industrias y la administración pública. Crece sin pausa desde que se inauguró a principios del año pasado (cuenta con más de 10 mil clientes) y ya recibió inversión por 500 millones de dólares de empresas alemanas como SAP, Deloitte y Bosch entre otras.
Para el sector gubernamental de la UE, Aleph Alpha es una opción atractiva por el uso responsable de la IA y la seguridad, ya que la plataforma y los datos digitales están alojados en el continente. Además el sistema pregona la transparencia y la trazabilidad por sobre la opacidad del funcionamiento del chat de OpenAI. El usuario de Aleph Alpha, por ejemplo, puede ver como el LLM llegó a tomar la decisión de escribir cada una de las palabras al hacer click en alguna de ellas. El punto en contra es que, hasta el momento, es menos potente: trabaja con menos de la mitad de parámetros que los que usa ChatGPT.
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Alemania busca liderar la IA en Europa y para eso desde el 2018 cuenta con una sólida estrategia institucional. Tiene un Centro Alemán de Investigación en IA, uno de los más importantes de la comunidad científica internacional y una Asociación de IA, que encabeza la iniciativa de IA “LEAM” (Large European AI Models) para tener modelos de lenguajes propios.
Para lograr esto se necesita una enorme capacidad de cómputo, infraestructura y supercomputadoras. En ese sentido, planean construir un Centro de IA que genere hardware, software y talento humano, con un costo que ronda los 500 millones de euros. Será financiado en conjunto con el gobierno y también por las empresas privadas. “En los próximos años, modelos mucho más potentes, entrenados con datos aún más diversos, revolucionarán aún más el mercado. Esto es solo el primer paso” anunció el CEO de la Asociación, Jörg Bienert.