Por Darío Lopérfido
El pasado nefasto de la Argentina reaparece a cada rato. Se hizo de carácter público cierta información secreta de inteligencia de 2003, que afirma que Irán le ordenó a Hezbollah atentar contra la sede de la Amia en 1994. Nada que no supiésemos desde siempre, pero cuya seguidilla de hechos trágicos parece no terminar nunca.
El 27 de enero de 2013 Cristina Kirchner firmó un nefasto Memorándum de Entendimiento con la dictadura islámica iraní. Si bien CFK tenía la obligación de persistir en la acusación al nefasto régimen de los ayatolas, que había sido responsable del asesinato de 85 argentinos, solo se dedicó a firmar un acuerdo para exculpar a los asesinos.
Cuando el fiscal Nisman denunció a CFK y a varios de sus colaboradores por encubrimiento de los asesinos, apareció asesinado. La impunidad de los terroristas de Hezbollah asociados al kirchnerismo.
Son los mismos terroristas de Hezbollah que ahora atacan Israel desde El Líbano, que se unen a los de Hamás en su afán de terminar con el Estado judío y que tienen el apoyo en occidente de muchos miembros del progresismo idiota y cómplice de asesinos. Son los mismos que ahora lloriquean porque un grupo de manifestantes violentos, que quisieron interrumpir una votación en el Congreso, estuvo detenido con cobertura judicial.
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Pertenecen al mismo pensamiento político que hacía acuerdos con asesinos de argentinos y asesinaban fiscales.
Nunca más hay que caer en los armados de victimización de los kirchneristas y hay que recordarles siempre su alianza con terroristas asesinos de argentinos.
El gobierno tiene, con razón, casi toda su atención puesta en la economía y en las reformas que puedan empezar a sanar al cuerpo enfermo que es el Estado argentino. Es lógico que eso suceda cuando hay una situación de sufrimiento por el azote de la pobreza que este gobierno ha heredado del kirchnerismo.
Con todos los problemas que se viven hay que recordar siempre en lo que se hubiera convertido la Argentina con 4 años más de kirchnerismo y con Massa en el sillón de Rivadavia.
El desastre argentino es económico, pero la podredumbre está instalada en todos los terrenos de la vida pública.
En otro orden de cosas, esta semana se empezó a demoler la causa conocida como “Cuadernos”. Esa causa comenzó con la investigación del periodista Diego Cabot y mostraba lo que pasaba en el esplendor del gobierno kirchnerista: para obtener obras públicas, los empresarios debían coimear a miembros del gobierno. El hampa funcionando en su esplendor.
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Esta semana la cámara de casación benefició al empresario Calcaterra sacándolo de la causa y pasándolo a la justicia electoral. En el colmo del descaro se dice que esas coimas eran para gastos de campaña electoral. Esto puede provocar que empresarios que están en la causa pidan lo mismo y la causa moriría, pese a las confesiones de pago de coimas y a pocos días del inicio del juicio oral. Algo está muy podrido en la Argentina.
Cuando se miran las encuestas, se ve que hay mucha gente que, pese a la dureza del ajuste, sigue apoyando a este gobierno, pese a la dureza del momento económico, porque confía que las reformas le quitarán poder a la casta y le devolverán poder a la ciudadanía.
Esa gente tiene un comportamiento cívico que sorprende a los encuestadores. Lo que no se puede con esa gente es desalentarla. No se le puede mostrar la impunidad de los poderosos a aquel que está achicando sus gastos y confiando en que la fiesta de corrupción se acabará. Hay que mirar a la justicia, porque pareciera que hay sectores que se manejan con la máxima “que cambie todo para que no cambie nada”.
La impunidad mafiosa debe terminar o la paciencia de la población se agotará rápidamente. Hay muchas personas del mal trabajando para que disparates como el régimen nefasto de Tierra del Fuego siga beneficiando a empresarios inescrupulosos, para parar la reforma laboral o para parar las privatizaciones de empresas públicas corruptas. También se opera en la justicia para mantener los privilegios.
La gente de bien tendrá paciencia siempre y cuando vea que los corruptos pagan. No debe existir más la Argentina de los ciudadanos pobres y dirigentes impunes.
El Gobierno no debe subestimar el poder de la mafia