Por Diego Quindimil (*)
Último tramo del año, trae consigo una mezcla de cierres finales y reuniones sociales que pueden generar cierto nivel de estrés y caos. Sin embargo, este cierre del año también puede ser un momento de aprendizaje y reflexión para prepararnos de la mejor manera posible para el año nuevo. Hacer un balance de nuestras vidas al final del año es una práctica valiosa para reflexionar sobre nuestros logros, desafíos y metas futuras. A continuación, algunas claves psicológicas que pueden ayudarte en este proceso
Este 2023 ha sido un año particular, de incertidumbres, elecciones, muchos cambios y el inicio de un nuevo gobierno. Nos enfrentamos a un cansancio y agotamiento inéditos, así como a un «burnout» laboral. Frente a la incertidumbre hemos tenido que gastar gran parte de nuestra reserva de energía psicológica.
Por lo tanto, es fundamental contar con herramientas para prevenir situaciones de estrés que puedan afectar no solo nuestra salud mental, sino también nuestra salud física.
El efecto FOMO: cómo superar la sensación de que te estás perdiendo de algo
Teniendo en cuenta este contexto, sumado a la proximidad de las fiestas, es importante poder diferenciar entre lo posible y lo imposible, lo urgente y lo importante, lo real y lo ideal. A menudo nos planteamos objetivos imposibles y, en lugar de atender a lo importante, nos enfocamos en lo urgente. Sin embargo, debemos recordar que el día tiene solo 24 horas y que es necesario descansar. El recurso más valioso que tenemos es la capacidad de evaluar hasta dónde podemos llegar dentro de lo posible.
En cuanto a las expectativas, es crucial tener en cuenta que muchas veces nos planteamos metas que resultan inalcanzables. Un estudio realizado reveló que solo el 10% de las personas logran cumplir sus expectativas cada año. Por lo tanto, es fundamental aprender de estas experiencias y establecer expectativas realistas. Debemos reconciliarnos con nosotros mismos y plantearnos metas que estén a nuestro alcance. Tener expectativas es saludable, pero deja de serlo cuando nuestras metas están fuera de nuestra capacidad de logro.
El fin de año puede ser visto como el cierre de un ciclo y el comienzo de una nueva oportunidad. Algunas personas le otorgan una gran importancia a este ritual, mientras que otras lo ven como un continuo en sus vidas. Si bien es positivo realizar un balance, es fundamental tener en cuenta que nuestra vida sigue en constante evolución. Siempre es una buena oportunidad para comenzar de nuevo y reconfigurarnos.
Para aquellos que se enfrentan a un último tramo del año con entregas importantes en el trabajo que se entremezclan con los compromisos sociales, es crucial evitar caer en el «fear of missing out» (FOMO), que se refiere al miedo a perderse algo o quedarse fuera de lo social o laboral.
Psicológicamente, esto nos lleva a sobreexigirnos para no perdernos algún evento, pero terminamos sin disfrutar de nada. Si bien es saludable reconocer que es necesario tener tiempo tanto para el descanso como para el trabajo, siempre es importante tomar decisiones y elegir sabiamente cómo invertimos nuestro tiempo.
En conclusión, el cierre del año nos brinda la oportunidad de reflexionar, aprender y replantear nuestras expectativas para el futuro. Es importante cuidar nuestra salud mental y física, establecer metas realistas y recordar que cada día trae consigo una nueva oportunidad para comenzar de nuevo. Al enfrentar los desafíos finales del año, debemos recordar la importancia de elegir y equilibrar nuestras responsabilidades laborales y sociales.
(*) Psicólogo, speaker y profesor de la Universidad Di Tella y Universidad Maimonides.
