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Ballotage 2023: una discordia entre dos linajes
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Ballotage 2023: una discordia entre dos linajes

Por Gustavo Marangoni

“En la discordia de sus linajes, Juan Dahlmann eligió el de ese antepasado romántico”. Jorge Luis Borges. “El sur”

Dos obstinaciones políticas recorren la vida argentina en las últimas décadas: peronismo y no peronismo. Pueden variar los nombres de fantasía que adoptan estas culturas de acuerdo a las épocas, pero las identidades no cambian. Como los protagonistas del cuento “El duelo” de Joseph Conrad “para sorpresa y admiración de sus compañeros, dos oficiales, como artistas dementes que tratasen de dorar el oro o de pintar el lirio, prosiguieron una contienda privada a lo largo de los años de carnicería universal”.

El próximo 19 de noviembre presenciaremos la nueva edición de este clásico, ahora encarnado en las biografías de Sergio Massa y Javier Milei. La ventaja que supo tener hasta aquí Unión por la Patria fue la división de la oposición. Luego del resultado de la primera vuelta, con la robusta recuperación del oficialismo, los no peronistas deben decidir que hacer.

Más allá de la implosión de Juntos por el Cambio y la larga fila de dirigentes de esa extinguida coalición política que llaman a votar en blanco, impugnar el voto o no concurrir la decisión final la tienen los votantes. ¿Escucharán a sus dirigentes o se rebelarán para intentar la patriada de evitar que el archirrival de siempre se haga de otra victoria?

Para el expresidente Mauricio Macrí la propia estructura del balotaje es ideal para poner el mapa electoral blanco sobre negro y buscar la construcción de un nuevo espacio que, depurado de socios incómodos, pueda sintetizar con más pureza el rechazo al “populismo estatista”. ¿Podrá aportarle el ingeniero su experiencia y recursos a un candidato que hasta aquí se ha manejado -por decir lo menos- de manera bastante espontánea? ¿Se dejará ayudar el “León” por el “Gato”?

Gustavo Marangoni: «La Argentina está sedienta de liderazgo»

Ambos pertenecen a la categoría de los felinos así que la afinidad se la aporta la naturaleza. Pero los momentos exigen velocidad para aprender y capacidad para resolver cuestiones urgentes vinculadas a la narrativa, la logística y la fiscalización. No es tiempo para teorizar sobre extrañas propuestas anarco-capitalistas sino la hora de simplificar mensajes y concentrar la prosa.

Es el tiempo de los profesionales, de los veteranos de muchas campañas que, con sus éxitos y derrotas aprendieron a conocer mejor al adversario y a mirar con otros ojos el mapa y el territorio. Mientras el ministro-candidato ya tiene su mensaje pulido, sus mañas dominadas y el peronismo disciplinado, el economista libertario debe reinventarse y comprender la contradicción fundamental: esta confrontación no es entre kirchnerismo y antikirchnerismo sino entre peronismo y no peronismo.

La confusión le puede propinar una derrota sin atenuantes. Patricia Bullrich construyó su duro fracaso sobre el error de guiarse por una foto en sepia. Se entiende que Milei haya abrazado a Pato por imperio de la necesidad, pero resultaría un pifie estratégico asumir como propio el discurso de campaña de la “ex montonera terrorista”.

En esta instancia solo Macri puede aportar la clave para ir a la batalla. Esta consiste en realizar una campaña del miedo a la continuidad del peronismo. Nadie mejor que él porque realmente siente en carne propia el temor a un triunfo de su detestado “ventajita”. Y no solo porque presume (equivocado o no) que puede ser el inicio de una serie de dificultades personales sino, fundamentalmente, porque intuye la posibilidad de una nueva hegemonía que postergue por muchos años la alternancia en la Casa Rosada.

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