Hace unos días recordaba que un tipo de apellido Albistur -que fue secretario de Medios de Kirchner puesto por Alberto Fernández, y que, oh casualidad, es el que le presta el departamento en Puerto Madero- dijo en un ataque golpista que «compraba pochoclos» para ver caer al Gobierno de Milei, y literalmente se sacó una foto con esos pochoclos.
En este momento quiero hacer un sincero homenaje a ese tal Albistur y contarle que el pochoclo lo tengo entre mis manos. Estoy viendo esta decadencia inagotable, interminable y brutal del peronismo, que se muestra en todo su esplendor.
Pero me gustaría hacer dos puntualizaciones. Primero, que sobre lo único que no quiero profundizar -porque yo no soy como las feminazis argentinas- es en el tema de la violencia, debido a que la presunción de inocencia es el soporte de una sociedad democrática y civilizada. Incluso los miserables como Alberto Fernández merecen la presunción de inocencia, y hay que esperar que el proceso judicial avance.
Y, por otro lado, nunca voy a olvidar la fiesta de cumpleaños que organizó Fabiola Yáñez cuando los argentinos no podían despedir a sus muertos. Por lo tanto, tengo que admitir que tengo poca empatía con esa señora, porque esa señora es víctima ahora, pero fue victamaria en ese entonces. Como fueron todos los que estaban en ese Gobierno: eran victimarios que hacían fiestas y se divertían mientras la gente no podía ir a los hospitales a ver a sus familiares morir, y ni siquiera podía ir a los velorios cuando sus familiares morían.
Les tengo un desprecio profundo a todos. Yo recomiendo, para los que no están al tanto, una cuenta de Twitter que se llama @gonziver. Ahí están todas las entradas que hubo en Olivos. Porque también hubo un cumpleaños de Vilma Ibarra, donde cantó Pedro Aznar. Ahí adentro no existía el padecimiento y el sufrimiento que estaban sufriendo todos los demás argentinos.
En ese ámbito de poder, los miserables como Verbitzky o como Ginés González García tenían vacunas. Todos ellos las tenían. Y los miserables como Alberto Fernández tenían a sus chicas.
Respecto a lo de Tamara Pettinato, personalmente soy liberal, y a mí no me importa si ella tenía el estómago para intercambiar fluidos con el señor Fernández. Allá ella. Pero sí me gustaría aclararles a quienes están diciendo que se trata de su vida privada que no hay tal vida privada en ámbito gubernamental. No hay vida privada en la Quinta de Olivos.
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Si la señora Pettinato quería tener vida privada para hacer lo que se le diera la gana, tendría que haberlo hecho en un hotel alojamiento o en una casa. En Olivos no hay vida privada, porque en el Sillón de Rivadavia no tenés vida privada. No se confundan.
La otra cosa tremenda que estamos viendo es cómo las feministas de pacotilla y los políticos, y hasta la misma CFK, se están bajando del barco de manera desesperada. Cristina Kirchner sacó un comunicado donde habla de De La Rúa y de Macri. ¡CFK puso a Alberto Fernández!
¡No los dejen bajarse, amigos, ciudadanía, periodistas buenos! ¡No los dejen! Ofelia (Fernández) quiere bajarse; Juan Grabois quiere bajarse; las feministas de cartón. Ya les expliqué innumerables veces, chicas, que ustedes no son feministas. No se es feminista estando cerca del poder como estuvieron ustedes. Feminista es María Corina Machado. Ustedes no tienen ni para empezar.
Y en el marco de esta decadencia absoluta quiero hacer una reflexión más: el voto no es inocuo, argentinos. Les hablo a ustedes, argentinos que votaron a Alberto Fernández: ustedes votaron por el odio que habían instalado desde algunos lugares a la figura de Mauricio Macri, que es el odio que instalan siempre que gobiernan ellos.
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¿En qué pensaban, argentinos? Estaban votando a una persona condenada como Cristina Kirchner. Estaban votando a Alberto Fernández, que ya ven lo que es. Alberto Fernández no solo fue el peor presidente de la historia, si no además el más miserable, el más decadente. Alberto Fernández simboliza a la Argentina decadente tras años de peronismo.
Y en esa misma lista que votaron estaba Fernando Espinoza, intendente de La Matanza, que está procesado por abuso sexual (procesado con semi prueba plena).
Hoy yo quisiera pedirles a todos es que no los dejen bajarse. El voto ya es una señal de culpabilidad. Haber tenido la irresponsabilidad de haber votado esa lista de maleantes y de mafiosos ya los inculpa porque, repito, el voto no es inocuo.
Finalmente, todos los que participaron de esta fiesta siniestra de poder, los que se sacaban fotos con Alberto, los que le mandaban mensajes, dibujitos, lo publicaban por Twitter, los que nos vendían al Alberto que cantaba, al Alberto progresista, ahora no se pueden bajar. Fueron cómplices y siguen siendo cómplices de este desastre argentino.
Yo, mientras tanto, voy a seguir con el pochoclo.
(Columna emitida originalmente en el programa «Cristina sin vueltas», conducido por Cristina Pérez en Radio Rivadavia)