Por Carlos Fara (*)
Así se llamaba una famosa telenovela de la década del ’60, escrita por la prolífica Nené Cascallar que se difundió en la pantalla de Canal 9. En esta producción, cuatro hombres se disputan el amor de una mujer. Es un título perfecto para las cuatro figuras políticas de la nueva Unión por la Patria que quieren obtener el favor de Ella, aunque no todos tienen el mismo objetivo. Acá están, éstos son: Máximo, Wado, Axel y Sergio.
Máximo: es el más débil de los cuatro electoralmente. No tiene buena imagen, no tiene liderazgo propio, no destaca ni para el propio público que adora a su madre. Tiene atributos políticos, pero no suma. Sería un apellido Kirchner en la boleta, pero sin valor agregado (tampoco la gente es tan tonta de ver un apellido a secas sin saber de qué se trata). En términos de candidaturas es el que está más cerca de servir como comodín.
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Wado: el ministro del interior puso en circulación un video con referencias a la generación diezmada, y luego se alude a quién tomará la posta del proyecto político. Su slogan es «esto recién empieza». Estos días sumó un astuto afiche (WaWa-Wado) utilizando la técnica de De la Rúa sobre sus supuestos negativos. Parafraseando sería: «Dicen que soy tartamudo».
Tiene la desventaja de ser una figura mucho menos conocida que los demás y de ser solo la voz de la jefa, más allá de su tono moderado. Sin embargo, tiene la ventaja de ser fresco, nuevo, transmitiendo que hay una renovación en marcha, recambio interno, y una nueva generación que tome la posta de El y Ella.
Eso hace que en el público oficialista rankee mejor. Siempre es preferible perder con alguien nuevo que con alguien gastado (en términos futboleros sería «pongan a los pibes de la tercera para que se fogueen»). Puede ir en una fórmula como segundo, lo cual ya es un ascenso.
Axel: a favor tiene que es competitivo en la estratégica Provincia de Buenos Aires, lo cual le da hándicap para ser reelegido. Su contra es que no tiene ni liderazgo, ni territorio, lo que lo convierte en demasiado dependiente de Cristina. Si se lo quiere convertir en candidato presidencial para que tire mejor las boletas bonaerenses, se debe tener en cuenta que fuera de su espacio actual no recauda mucho. Pese a esto, tienen algo de razón los que dicen que -perdida la nacional- lo que conviene es tenerlo como candidato nacional para que arrastre la boleta de la gobernación.
Sergio Massa: es el más conocido y el único de estos cuatro varones que construyó un liderazgo autónomo, aunque esté desgastado por la tormenta económica. A favor tiene el hecho de que se puede vender como moderado, pro capitalista, bien considerado por el establishment y los EEUU. En contra cuenta la desconfianza que tiene hacia él el resto de los actores del ex Frente, pero sobre la tropa cristinista. Nunca quiso ser candidato a gobernador bonaerense -conoce bien «la maldición de Ugarte»- ni aceptaría ser segundo de nadie. Puede encabezar senadores o diputados nacionales como en 2019.
Resumiendo, a priori Máximo es el que tiene menos posibilidades de ser el candidato de CFK; la resistencia de Kicillof lo pone muy en duda; la mayor probabilidad está entre Wado y Massa, aunque la jefa siempre puede sacar otro conejo de la galera, sorprendiendo. De todos modos, el truco Alberto 2019 es casi imposible de repetir.
¿Y Manzur? Un exitoso en su provincia que nunca logró proyección nacional siendo nada menos que el jefe de gabinete presidencial… pero de un gobierno fallido. De modo que no tiene valor agregado por imagen personal, aunque pudiese ser el eslabón federal para una fórmula, representando a la liga de gobernadores peronistas.
¿Y Scioli? Quedó claro el jueves pasado que no está en los planes de Cristina (actuará en otra novela). Lo único posible es que tolere que sea un competidor en la primaria… si cumple con los avales.
Quedan seis días para que se devele uno de los grandes misterios de la política argentina en 2023. La telenovela se aproxima a su momento culminante.
(*) Consultor político y titular de Carlos Fara & Asociados