Por Carlos Fara (*)
Se va cerrando la grilla de nombres del gabinete, aún cuando quedan algunas piezas importantes de concretar como el Banco Central. Más allá de eso, Javier Milei no quiere dejar dudas de que será el gobierno de él más algunos invitados, de modo que ningún acuerdo político lo tenga de rehén; ni sugiera que pueda haber algún doble comando. Por eso, la fragmentación del PRO lo favorece, porque evita que Macri se quiera convertir en el gran inspirador de este “segundo tiempo”, una suerte de reivindicación sobre sí mismo.
El proyecto Milei nace de un esquema pequeño y cerrado, lejos de la política tradicional. Eso lo llevará naturalmente a ser muy desconfiado con todo lo que no pase ciertos filtros de lealtad. Por eso, manda al freezer a su compañera de fórmula, quitándole la posibilidad de meter bazas tanto en defensa como en seguridad. De ese modo desactiva que tenga cualquier expectativa de poder compartido con el nuevo mandatario, sobre todo para aquellos que especulan con que el libertario no dure mucho en el poder debido a la osadía de las reformas que quiere implementar.
El candidato ganador, al incorporar a Petri a Defensa, cometió la picardía de hablar de que sumaba a la “fórmula completa de Juntos por el Cambio”, dando un mensaje a Macri y a todo ese conglomerado político. En una sola jugada lo limita al expresidente, fomenta la fragmentación opositora y encasilla a la nueva vicepresidenta. Astucia no le falta, o al menos se deja asesorar por otros astutos.
Guillermo Francos, exfuncionario de Scioli y de Alberto, exmilitante de Cavallo, está juntando masa crítica de peronismo no kirchnerista para apuntar a una gobernabilidad que Macri no le puede garantizar por sí mismo. La llave en ambas cámaras la tiene Unión por la Patria, ya que es la primera minoría.
Dado lo crítico de la situación, será clave la negociación que se establezca con los gobernadores peronistas (y los de Juntos por el Cambio también). En el toma y daca de recursos, puede aparecer la ventana de oportunidad para que los generales con mando de tropa ordenen facilitar algunas de las iniciativa del nuevo ocupante del Poder Ejecutivo.
Debe tenerse en cuenta que cuando las cosas van mal, los votantes no discriminan mucho entre oficialismo y oposición, sino que piensan en “los políticos”, dentro de los cuales ahora estará también Milei. De modo que –en el contexto de un mega ajuste- si a las provincias les va mal, eso también arrastrará tarde o temprano al nuevo gobierno nacional, y viceversa. ¡Hagan su juego señores! Con Milei todo puede ser novedoso.
Si Milei se convierte en un buen negocio para los gobernadores de todos los colores, los mismos pasarán a ser sus socios esenciales y favoritos. Obviamente un capítulo aparte será el caso de la provincia de Buenos Aires, ya que Axel Kicillof necesita recursos para que no le estalle, al mismo tiempo que estará obligado políticamente a ser el principal foco de resistencia.
(*) Consultor político, titular de Carlos Fara & Asociados y presidente de la IAPC