Por Shila Vilker (*)
“Hoy comienza la resurrección de la Argentina” dijo Javier Milei en su discurso triunfal y consideró un milagro que este país tenga un presidente libertario. La primera explicación del milagro es una inflación del 148% anual, una pobreza del 45 % y un 10% de indigencia. Para el peronismo ese índice de pobreza es un síntoma de fracaso. Esta no fue una elección ideológica, sino más bien socioeconómica.
Hay además una crisis de autoridad, donde el ciudadano ve a la clase política como la única responsable de todos los males que lo aquejan, especialmente en economía y seguridad. Esta crisis de representación, que da lugar a la consigna de libertad que propone Milei, tiene su origen en la pandemia, con una cuarentena obligatoria dictada por el mismo gobierno que la transgredió, en un episodio conocido como la Fiesta de Olivos. Nada podía ilustrar mejor los privilegios de la “casta”.
Longobardi, Vilker y Berensztein en las Charlas Newsweek: video completo
Así la única solución que aparece es ponerle fin a los problemas de la Argentina, es decir, la inflación, la inseguridad y los privilegios de la clase política. Y existe un hartazgo en las provincias por el ambacentrismo que representan los dos espacios que dominaron la polarización: están hartos de que la única preocupación de Juntos por el Cambio sea la Capital Federal y que para el peronismo sea el conurbano bonaerense.
Este dato, sumado al apoyo de los jóvenes, especialmente de aquellos trabajadores de la economía informal y el de la familia militar, hicieron que Milei obtenga un 55%, el porcentaje más alto desde el regreso a la democracia. Eso le otorga una base de apoyo para darle gobernabilidad y oxígeno a un Poder Ejecutivo sin estructura ni experiencia en la gestión pública. Algo indispensable, ya que para implementar las políticas de ajuste que reduzcan el déficit (al que responsabiliza de la inflación) será necesario lograr acuerdos. Para lograr esos consensos en el Congreso, Milei tendrá que demostrar tanto pragmatismo como cintura política.
Podría verse obligado a gobernar a través de DNU, tal como lo hizo Macri, pero las reformas que impulsa necesitan leyes del Congreso. Encima, el impacto de estas medidas puede chocar con la paciencia o tolerancia de la sociedad. Parte de su electorado le dará un plazo más largo pero habrá mucha resistencia de otros votantes.
Todo está por verse: el triunfo de Milei, las nuevas alianzas y la reconstrucción opositora
Empleados públicos, jubilados y beneficiarios de planes sociales se presentan como los más amenazados, pese a la promesa de que los recortes sólo afectarán a la clase política, algo que en términos reales resulta insignificante para reducir el déficit recortando el 15% del PBI.
Es muy posible que aumente la conflictividad social y que puede agravarse a medida que avance el ajuste y se termine la Luna de Miel. Eso daría comienzo oficial a la temporada de protestas. Con posibles enfrentamientos en las calles, cuyo control se verá tan fragmentado como las bancas de la legislatura, donde reina la ley del más fuerte y ya sabemos quién posee el monopolio de las fuerzas. Sabemos cómo pueden terminar estos procesos. Por ahora, es momento de darle una oportunidad a la paz.
(*) Analista de opinión pública y directora de la consultora Trespuntozero.
