Por Carlos Fiorani (*)
Cuando Lionel Scaloni fue nombrado técnico interino de la Selección Argentina de fútbol en 2018, la prensa y muchos aficionados reaccionaron con escepticismo y críticas. Sin experiencia previa como entrenador principal, parecía una elección arriesgada y poco convencional. Sin embargo, contra todo pronóstico, Scaloni llevó a Argentina a romper una sequía de 28 años sin títulos, conquistando la Copa América 2021, y posteriormente el Mundial 2022 y una nueva Copa América hace pocos días.
¿Qué hubiera pasado si los responsables de la decisión hubieran cedido a la presión mayoritaria y optado por un técnico más «seguro» y experimentado? Argentina podría haber perdido la oportunidad de vivir el ciclo más exitoso de su historia reciente. Este caso nos lleva a una pregunta crucial: ¿Cuántas decisiones innovadoras y potencialmente transformadoras se pierden en el mundo empresarial por ceder ante el consenso y la opinión más popular?
En la icónica película “Doce Hombres en Pugna”, un jurado aparentemente unánime se enfrenta a un giro inesperado cuando un solo miembro cuestiona la culpabilidad del acusado. Todos se sorprenden porque no solo están convencidos de lo contrario, sino que además también querían irse rápido a hacer sus cosas. Esta escena no solo es un punto de inflexión dramático, es una poderosa metáfora de la importancia del disenso en la toma de decisiones críticas.
¿Qué habría sucedido si ese jurado solitario hubiera cedido a la presión de la mayoría? Un inocente podría haber sido condenado con pruebas insuficientes. ¿Qué rol desempeñó ese jurado obstinado? Permítanme refrescar el concepto del “abogado del diablo”, un rol crucial pero a menudo subestimado en el mundo de las decisiones.
El “abogado del diablo” es un aliado invaluable en la búsqueda de decisiones sólidas y bien fundamentadas. Su función es cuestionar las suposiciones de la mayoría, desafiar el consenso y presentar perspectivas alternativas, incluso si estas son impopulares. En un entorno empresarial donde la conformidad puede ser la norma, este rol se vuelve aún más crítico.
¿Por qué necesitamos un abogado del diablo en nuestras organizaciones? En primer lugar, porque los sesgos cognitivos son intrínsecos a la naturaleza humana. Los psicólogos Daniel Kahneman y Amos Tversky revolucionaron el estudio de la toma de decisiones en los años 70, identificando cómo nuestro cerebro utiliza atajos mentales que a menudo conducen a errores sistemáticos. Sus investigaciones sobre estos “sesgos cognitivos” han sido fundamentales para entender y mejorar cómo las personas tomamos decisiones en situaciones de riesgo e incertidumbre. De hecho Kahneman ganó el Premio Nobel de Economía por estas investigaciones.
Uno de esos sesgos es el que nos lleva a seguir la opinión de la mayoría, que se conoce como sesgo de conformidad o efecto bandwagon. Este fenómeno psicológico hace que las personas adopten ciertas conductas, creencias o actitudes simplemente porque muchos otros lo hacen. Está relacionado con la tendencia humana a buscar la aceptación social y evitar el rechazo del grupo. El abogado del diablo actúa como un contrapeso, exponiendo estos sesgos y forzándonos a evaluar cuidadosamente nuestras posiciones.
En segundo lugar, el ego puede ser un obstáculo formidable para la toma de decisiones efectivas. Cuando estamos firmemente convencidos de tener razón, nuestro ego puede blindarnos contra críticas válidas. El exceso de ego lleva a las personas a ser más resistentes a enmendar decisiones erróneas, a evitar admitir fracasos, y a tomar decisiones basadas en la autocomplacencia en lugar de un análisis objetivo. El rol del abogado del diablo nos permite superar esta trampa, proporcionando un marco seguro para que exista un cuestionamiento constructivo pese al ego desmesurado de quienes tengan que tomar una decisión.
Cómo motivar equipos desmotivados: las valiosas lecciones de un CEO
El pensamiento grupal es un fenómeno poderoso y seductor. Nos brinda una sensación de pertenencia y validación. Sin embargo, como advirtió el reconocido psicólogo Irving Janis al tratar el riesgo del Groupthinking: “Cuanto más amigable se vuelve un grupo, mayor es el peligro de que el pensamiento crítico independiente sea reemplazado por el pensamiento grupal”.
¿Como poner este rol en práctica? Primero, con un enfoque deliberado. Es crucial reconocer y valorar la importancia de esta función, garantizando que quien la desempeñe goce de inmunidad frente a represalias o críticas personales. La persona elegida debe ser respetada por su intelecto y profesionalismo, capaz de presentar argumentos lógicos y no meras objeciones caprichosas.
Siete claves para que en tu empresa todos trabajen por un objetivo en común
Segundo, la persona que va a desempeñar el rol tiene que encarnarlo con convicción y por lo tanto los mejores “abogados del diablo” van a ser aquellos que realmente estén oponiéndose a la visión más popular y no solo los que deban hacerlo porque les toca. Por lo tanto el rol es dinámico y rotativo.
El disenso constructivo no es un obstáculo para el progreso, sino un catalizador para la innovación, el cambio y la toma de decisiones robustas. Al fomentar una cultura que valora y protege el rol del abogado del diablo, las organizaciones van a mejorar significativamente la calidad de sus decisiones y su resiliencia y capacidad de adaptación frente a los desafíos.
En el mundo de los negocios, como en la naturaleza, la adaptabilidad es clave. Hay una frase que captura perfectamente esta idea: «No es la más fuerte de las especies la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio». Aunque muchos la atribuyen a Charles Darwin, en realidad fue acuñada por Leon C. Megginson, un profesor de la Universidad del Estado de Louisiana, inspirándose en las ideas de Darwin. Sin importar su origen, esta frase captura una realidad indiscutible: en un entorno en constante evolución, volátil, incierto, caótico y ambiguo la capacidad de adaptarse es crucial y el «abogado del diablo» ayuda a desafiar perspectivas y tal vez a cambiarlas. Incorporar ese rol ya no es un lujo, sino una necesidad.
(*) Consultor de empresas y dueños. Abogado y MBA